Un 10 en convivencia

Ernesto Valverde ha cumplido sus primeros cien días en el Barça. No es una eternidad pero sí un tiempo prudencial para conocer un poco el maravilloso avispero en que se metió cuando firmó su contrato. La foto fija de hoy es esperanzadora, con el equipo liderando una Liga en que sólo ha dejado de ganar un partido y en la que sus grandes rivales no están finos. Además, Messi es ‘Pichichi’ y Ter Stegen, ‘Zamora’. En la Champions, tres triunfos en tres encuentros hablan por sí solos. Resumen: escenario idílico. Sin embargo, en estos cien días Valverde ha vivido también momentos duros. Se le fue Neymar tras un sainete lamentable. Los fichajes de Coutinho y Di María no salieron. El de Paulinho llegó bajo sospecha. Dembélé se le rompió al mes de competición. Arda, al que no quería, se lo ha tenido que comer. El Madrid le metió un revolcón en la Supercopa. El proceso independentista le cogió de lleno, hasta el punto de tener que dirigir a su equipo en un Camp Nou vacío el 1-O. Ese día dimitieron dos directivos. Y de los ejecutivos con los que habló de fichajes en verano, dos han salido rebotados de la cúpula. Hasta el capitán Iniesta llegó a poner en duda su renovación. Incluso ha vivido una moción de censura. Conclusión: no han sido cien días plácidos. Y aún así, Valverde nunca se ha puesto estupendo, nunca ha generado una crisis, nunca ha perdido los nervios ni en la caseta, ni en el campo, ni en la sala de prensa. No se ha metido en ningún jardín y ha tomado decisiones sin estridencias, dando explicaciones y dialogando. Lejos de la radicalidad, la soflama, el golpe en la mesa y tirando en ocasiones de ironía y retranca. Recursos loables en tiempos en que nos hemos acostumbrado a términos como ‘unilateral’ o ‘Artículo 155’ y en que se abren expedientes por mostrar una bandera oficial como la senyera