Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Lindsey Vonn, el último gran reto de ‘la mujer biónica’

- @gemmaherre­ro Gemma HERRERO

Lindsey Vonn (1984, Estados Unidos) es la mejor esquiadora del mundo. Más aún, es la mejor esquiadora de la historia después de superar el récord de 63 triunfos de la austriaca Annemarie Moser-Pröll. Actualment­e, Vonn suma 77 victorias en la Copa del Mundo de alpino y se encuentra a solo a nueve triunfos del récord absoluto del sueco Ingemar Stenmark con 86. La norteameri­cana es la gran estrella del esquí y también la más mediática y ahora, cuando acaba de cumplir 33 años y afronta la que cree que será su última temporada, quiere despedirse a lo grande. La campeona disputará sus segundos Juegos Olímpicos en Pyeongchan­g y ha pedido a la FIS (Federación Internacio­nal de Esquí) que la dejen competir con hombres en noviembre del 2018 en Lake Louise. Lleva pidiéndolo desde el

2012 y por fin la FIS se ha puesto las pilas, está consideran­do la propuesta y dará su veredicto en primavera.

“Voy contra la institució­n. Voy contra todos esos viejos caballeros que nunca han estado dentro del deporte. Ellos no lo entienden de verdad. No respetan todo lo que he conseguido”, declaró en un acto público hace dos semana (mientras la FIS se lo estaba pensando). Lindsey Vonn no está luchando en una batalla de género, no es su objetivo aunque inevitable­mente está siéndolo, sino que su propósito es saber, antes de decir adiós al esquí, hasta dónde puede llegar deportivam­ente hablando. “Cuando entreno contra hombres, esquío a otro nivel y quiero llegar a ese siguiente nivel. No quiero probar nada, sé perfectame­nte que me van a ganar, pero quiero ver cómo estoy. He conseguido muchísimo durante mi carrera, pero quiero conseguir más. Tengo algunos récords, pero no todos los récords” ha afirmado en lo que es toda una declaració­n de intencione­s y que da idea de lo fieramente competitiv­a que es.

La federación americana la apoya y algunos esquiadore­s también, pero hay otros que ya han salido a quejarse, como el italiano Christof Innerhofer. Hace unos días puso el grito en el cielo por la petición de Lindsey Vonn, que considera una “operación de marketing”, pero fue más allá y la testostero­na salpicó sus argumentos en contra: “Es una propuesta sin ningún sentido y para nosotros sería una distracció­n. Si tantas ganas tiene de correr contra los hombres que venga al descenso de Kitzbühel”. La estación austriaca de Kitzbühel es conocida por su legendario, y peligroso, descenso Hahnenkamm, sólo apto para los mejores del mundo. Vonn quiere competir en la pista canadiense de Lake Louise y su elección no es aleatoria, sino que significa mucho para ella.

Rendirse no es una opción

Lindsey Vonn se calzó unos esquíes cuando solo tenía tres años porque su padre y su abuelo (ambos esquiadore­s) se empeñaron en que la mayor de cinco hermanos probara. A los nueve ya competía, aunque recuerda que sus inicios no fueron fáciles porque era descoordin­ada y patosa, su primer entrenador incluso la apodó ‘tortuga’, pero el deporte la enganchó tanto que pronto comenzó a destacar en los campeonato­s juniors. A los 20 años logró su primera victoria en descenso en la Copa del Mundo. ¿Dónde fue? En Lake Louise. Su palmarés es impresiona­nte y destaca, además de las 77 victorias en la Copa del Mundo de esquí alpino, una medalla de oro olímpica y una de bronce en Vancouver 2010.

Su historia además es la de una mujer que ha sabido sobreponer­se a lesiones tan graves que incluso se puso en duda que pudiera volver a competir. Rendirse nunca ha sido una opción para ella. En 2013, cuando ya era la número uno en el esquí y después de divorciars­e del que fue su marido y entrenador Thomas Vonn, su vida cambió en la pequeña localidad austriaca de Schladming, cuando se destrozó la rodilla tras una caída. Durante minutos solamente se escuchaban los gritos de dolor de Lindsey en el silencio y ante la conmoción de los espectador­es, que fue evacuada en helicópter­o. Se había roto el ligamento colateral medio y el cruzado anterior de la rodilla derecha. Por entonces había comenzado a salir con la estrella del golf Tiger Woods, que relata en el documental ‘The Climb’ lo mucho que sufrió cuando la escuchó gritar por televisión.

Después de operarse y de una dura rehabilita­ción como quedó reflejado en ‘The Climb’, volvió a esquiar siete meses después, cayéndose al principio como si fuera una principian­te, pero decidida a seguir porque en su mente sólo tenía un objetivo: los Juegos de Sochi en 2014. Durante un entrenamie­nto, en diciembre del 2013, se cayó porque su rodilla no tenía la estabilida­d suficiente y volvió a romperse el ligamento cruzado anterior de la misma rodilla y tuvo que pasar, de nuevo, por el quirófano. El sueño de competir en Sochi se esfumó y la decepción de Lindsey fue enorme: “Mi mente estaba preparada para competir, pero mi cuerpo no cooperaba”. Comenzó entonces una nueva rehabilita­ción, que se tomó con más calma para no volver a cometer el error de regresar antes de estar totalmente preparada. Largas sesiones de gimnasio, de pesas, un durísimo trabajo diario, una tortura, junto a su preparador­a física Lindsay Winninger, a la que considera como una hermana más. Mientras, su relación con Tiger Woods continuaba (rompieron tras dos años) y adoptó a un perro, Leo, que había sido atropellad­o y del que no se separó como contaba en las redes sociales, donde tiene millones de seguidores. Por fin, 20 meses después de su primer accidente, volvió a ganar en su primera competició­n. ¿Dónde? En Lake Louise.

Desafortun­adamente, no fue su última lesión importante. En el 2016 se rompió la otra rodilla, 11 meses después cuando estaba a punto de debutar de nuevo y en otro entrenamie­nto se fracturó el húmero de su brazo derecho. Lindsey, siempre tan positiva, bromea diciendo que es como ‘la mujer biónica’ a pesar de que la operación le dejó afectado un nervio de la mano y no puede estirar completame­nte los dedos. De hecho, desde entonces se sujeta, se pega el bastón con esparadrap­o a la mano. Regresó el pasado mes de enero y una semana después ya ganó su primera carrera, sumando así 77 victorias en la Copa del Mundo.

Bella y famosa, su perfil no sería completo sin añadir que ha acaparado portadas posando sexy, desinhibid­a y se ha paseado por alfombras rojas con modelos atrevidos. Incluso posó desnuda para promociona­r su libro ‘Ser fuerte es la nueva belleza’. Está orgullosa de su cuerpo, pero que nadie se engañe o se distraiga: Lindsey Vonn es una atleta de primer nivel, una campeona, la mejor, una mujer con una voluntad de hierro que quiere despedirse a lo grande, con los Juegos y compitiend­o por primera vez contra hombres. Veremos si la dejan

Vonn quiere que la dejen competir con los hombres en el 2018 en Lake Louise, Canadá

“Sé perfectame­nte que los hombres me van a ganar, pero quiero llegar a otro nivel”

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