Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
La obra maestra de Romuald Hazoumè
El reconocido artista plástico africano, que ha expuesto en el Guggenheim, es el nuevo presidente de la Federación de Ciclismo de Benín y busca alianzas en Euskadi para hacer cantera en su país
Euskadi es una referencia ineludible para Romuald Hazoumè (Porto Novo, 1962) por un doble motivo. Lo es porque aquí se encuentra el Guggenheim, museo en el que expuso su obra hacia diez años, en el marco de la muestra ‘100% África’ este reconocido artista plástico, cuyo trabajo se ha podido ver en grandes centros de arte de todo el mundo. Y lo es también por ser tierra de ciclismo, la otra gran pasión que mueve su vida. No en vano, Hazoumè es desde hace cinco meses el nuevo presidente de la Federación Beninesa de Ciclismo. En estas fechas, se encuentra en Euskadi en busca de
Hoy se reúne con la Fundación Euskadi y espera hacerlo con la Federación Vasca
apoyos y alianzas para forjar la que sería su gran obra maestra: lograr que algún día un ciclista de Benín dispute el Tour de Francia.
En su faceta de escultor, Hazoumèha diseñado las estatuillas que la ONG vasca Anesvad, con medio de siglo de labor sanitaria en África subsahariana, entregó el martes en el marco de sus Premios Solidarios. “La único condición para hacerlo fue la de no cobrar nada. Lo lógico es que, si hay gente de aquí que va a ayudar a mis hermanos de Benín, nosotros hagamos algún aporte a este gesto”, señala.
El artista ha querido aprovechar su estancia en Euskadi con motivo de dicho aquí para establecer contactos de cara a fortalecer las estructuras del ciclismo en Benín, un país de diez millones de habitantes ubicado en el África Occidental. Hoy tiene cita con los responsables de la Fundación Ciclista Euskadi y confía en poder reunirse también con el presidente de la Federación Vasca, José Luis Arrieta. Hazoumè no quiere que le den peces, sino que le enseñen a pescar: “El objetivo es buscar apoyo técnico y, sobre todo, formación. Si nos dan bicicletas, por supuesto que las aceptaremos, pero luego necesitaremos mecánicos para arreglarlas. Trabajamos desde la responsabilidad para hacer cosas que puedan durar en el tiempo”.
Pero, ¿cómo llega un artista plástico a ser presidente de la Federación Beninesa de Ciclismo? Es una larga historia. “De joven era judoka, pero cuando me preparaba para acudir a los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 sufrí una lesión de rodilla”, apunta. Fue entonces cuando la bicicleta se cruzó en su camino. Como rehabilitación, le recomendaron practicar ciclismo y Hazoumè quedó prendado de él. Su musculatura le llevó a decantarse por la pista, pero pronto se dio cuenta de no tenía condiciones para este deporte. Lejos de abandonarlo, se lanzó a la aventura de montar un club ciclista, el Zoum Zoum. El primero que existía en Benín. Corría el año 1997 y tardaría algún tiempo en crearse la Federación Beninesa.
El Zoum Zoum no dejaba de cosechar éxitos, aunque la Federación le daba la espalda, como denuncia Hazoumè, mostrando en esta materia la misma actitud crítica que despliega en sus trabajos artísticos, con los que pretende “señalar con el dedo realidades como las de la corrupción, la esclavitud, la inmigración...”. En este sentido recuerda como hace diez años, tras su visita a Euskadi para exponer en el Guggenheim, la Fundación Euskadi contactó con la Federación Beninesa y les regaló material. “Lo vendie- ron todo después”, asegura.
En los cinco meses que lleva como presidente de este organismo, Hazoumè se ha empeñado en resucitar un ciclismo que sus anteriores responsables en Benín “habían matado completamente”. Ha configurado una selección nacional -en categorías sénior y junior masculinas y femenina- que “antes no existía”, que ha participado en los Juegos de la Francofonía, la Vuelta a Costa de Marfil o el Tour de Faso que disputa en estos días. Un gran mérito para un país que cuenta únicamente con
Benín tiene solo 35 licencias ciclistas hoy en día: “El objetivo es llegar a las 2.000”
35 licencias federativas. “Mi objetivo es llegar a las 2.000”, afirma Hazoumè, admirador de un ciclismo vasco en el que tiene como gran ídolo a Miguel Indurain y como modelo a seguir el Euskaltel. Lo mismo que él expuso en el Guggenheim, sueña con que un equipo beninés dispute alguna vez la Itzulia: “Si aquí aguantamos dentro del pelotón en la montaña, en África ganamos seguro”