Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
ESTO EMPIEZA A PINTAR MUY MAL
Los 11 puntos en 11 jornadas ligueras recuerdan épocas recientes de graves apuros clasificatorios En la temporada 2008/09 el Athletic de Caparrós estaba a estas alturas con 9 y en la 18ª posición
El nuevo fiasco sufrido en Balaídos, con uno minutos de fatalidad increíbles, ha revuelto las relativas satisfacciones rojiblancas después de una leve mejoría ante Barça y Östersunds. La derrota ha disparado de nuevo las críticas, retratando una situación que ya está siendo cada vez más preocupante. No se atisba una mejoría ilusionante, lo que no mejora empeora y la puntuación en la tabla es para pensar en que los apuros se pueden acrecentar de seguir as´ el rumbo. Solo con mirar el calendario el temor aumenta.
Con 11 puntos en 11 jornadas, es normal que a uno le asalten de nuevo viejos temores, como ocurrió en determinados momentos con Mendilibar, Sarriugarte, Caparrós y Bielsa, si bien la situación se recondujo, a veces con un margen de puntos muy justo. Quizá sea el momento de asumir que la temporada es de transición, si bien Ziganda ha reiterado que hay tiempo para darle la vuelta a la situación, que hay margen para hacer cosas más que interesantes, y Urrutia ha apelado a la serenidad. Otra cosa, parece, es que cale el mensaje y traslade un cierto convencimiento.
En épocas que parecían ya desterradas de la mente, recientes, se puede recordar que con Valverde se pasaron sus apuros en la 14/15: los leones eran undécimos, con 12 puntos, a tres del abismo. Al acabar la Liga terminaron séptimos, con 55.
El maldito bienio negro
Con Caparrós, más de lo mismo. Fue en la campaña 2008/09. Con los mismos partidos que hasta la fecha, el Athletic estaba decimoctavo, con 9 puntos, en puestos de descenso -tercero por la cola-. En aquel ejercicio se acabó la Liga en una apurada decimotercera plaza, con 44 puntos, a dos del descenso, con la final de la Copa del Rey como factor limitador en el rendimiento liguero.
En la anterior campaña con el entrenador sevillano, las cosas fueron parecidas, ya que los bilbaínos estaban en la duodécima posición con 13 puntos, a cuatro de los puestos que queman. El equipo terminó undécimo la campaña con 50, a 8 del descenso.
Claro que para apuros, los sufridos en el denominado bienio negro. En la campaña 2006/07 solo había 8 puntos en el zurrón, con un decimoséptimo puesto. Era la época de Sarriugarte, luego reemplazado por Mané. Terminaron cuartos por la cola con 40 puntos, a uno del descenso Y ni que decir tiene que el año anterior fue aún peor. Los rojiblancos eran ¡últimos! con apenas 7 puntos. Clemente ya había reemplazado a Mendilibar, que no había dado con la tecla y los jugadores tampoco. Los leones completaron la liga con 45 puntos, a seis del descenso, con un duodécimo puesto.
El equipo se salvó de la quema con gran sufrimiento y como de costumbre se apeló a la unidad para hacer frente a una situación que quemaba. Valga como botón de muestra el padecimiento experimentado en el famoso encuentro ante el Levante en la última jornada de Liga.
Sensaciones a la baja
Aunque en la actualidad hay equipos que están por debajo de los bilbaínos y que apuntan a ser claros aspirantes al descenso, el caso es que el Athletic no puede fiarse. Además de escasos resultados, las sensaciones ofrecidas en casi todos los encuentros han dejado mucho que desear. Eso es lo que más preocupa a los aficionados rojiblancos, que ni ven capacidad de reacción ni un estilo definible que haga albergar esperanzas para crecer. Solo por momentos se han visto detalles
¡QUÉ SUFRIMIENTO! En la temporada 2005/06 los leones estaban últimos IDENTIDAD Ziganda debe dotar al equipo de un sello definitorio y fiable
como para encontrar un resquicio para un cierto optimismo. Hay equipo, pero no hay reacción; hay individualidades de calidad, pero pocas están a la altura de lo esperado. Además, las bajas pesan lo suyo en un momento muy delicado.
¿Parón reparador?
Ahora Ziganda dispone de tiempo en este parón liguero para automatizar movimientos, para incidir en cuestiones técnicas y tácticas y recuperar jugadores, a la vez que contar con futbolistas un poco más descansados después de tanto trajín. Quizá en poco tiempo haya algún efectivo recuperado, pero más importante aún es dotar al equipo de un sello de identidad reconocible