Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

EN EL DESCUENTO

Un Athletic vulgar, desconecta­do y con 20 minutos de pesadilla tiró por la borda en Vigo la mejoría apuntada. Toca reaccionar

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Volver a empezar, pero desde cero. La semana pasada les hablaba de las dos caras del Athletic. Los rojiblanco­s no me parecían fiables, por mucho que tutearan a todo un Barcelona, y lo han demostrado con creces en Vigo, volviendo a las andadas ante un Celta en crisis, y dejando que Iago

Aspas se redimiera. Resucitar muertos es la profesión de este Athletic, que parece con ganas de cavar su propia tumba y la de su entrenador. Había urgencias en los dos equipos, más que en el hospital de George Clooney, pero sólo los rojiblanco­s las demostraro­n sobre el césped de Balaídos. Ni en la primera temporada de Walking Dead he visto tantos cadáveres deambuland­o sin sentido alguno. Hasta

Unai Núñez resultó contagiado por la mordedura de algún ser de ultratumba, perdiendo el norte para no ser menos que sus compañeros de línea, garrafales todos ellos.

Desconexio­nes puntuales, errores de principian­tes, fueras de juego mal tirados, estatuas con sus pedestales y todo. En fin, una caraja defensiva del copón. Ni Arrigo Sachi sería capaz de levantar del suelo esta defensa. Hasta Lillo se quedaría sin palabras, créanme. Una pobreza desoladora de principio a fin. Un río revuelto en el que los vigueses pescaron a placer en diez minutos irreales, de pesadilla. Lo reconozco, con el tercer gol estallé de ira, me cagué en todos y me salí del bar jurando no volver a ver un partido del Athletic como visitante, por miedo a cometer una locura irreparabl­e. ¿Tanto exigimos, señor Urrutia?

Al volver y mirar la tele encontré ¿leones? Más bien cachorros; no, mejor gatos. Y a este paso, pronto, nenúfares, y hasta burbujas de espuma, ¿por qué no? Es difícil conjugar un cuarto de hora más desolador que el ¿disputado? tras el primer gol. Sin hacer nada, sin siquiera crear ocasiones, como reconoció Susaeta, el Celta marcó tres goles. No perdimos más balones de manera insustanci­al, con pases a diez metros, porque no los había en las instalacio­nes viguesas. Asunto finiquitad­o. A la deriva, al garete, como ustedes prefieran para definir la situación. Sin reacción, más allá de tener un balón que los de Unzué ya no querían. Y llevábamos ocho partidos sin perder en Liga en Vigo. Su técnico quería un partido vibrante para aprovechar el cansancio rojiblanco tras el desgaste para ganar al Ostersund. No hizo falta. El Athletic fresco es capaz de quedarse congelado él solo.

Como para olvidarlo

Once partidos, once puntos y once goles a favor. Fácil de recordar. Como para olvidarlo. Estamos perdidos, como en esa serie de la isla, y sin trucos de guionistas que den la vuelta a la historia. El historia de esta temporada apunta a sorpresa final. Nada de Europa. Contentos con escapar de la cola y no pasar apuros. Suena triste, como aquella canción de Hill Street, pero es lo que hay. “Estamos hundidos”, admitió con franqueza extrema Susaeta. Habrá que reflotarlo­s, digo yo.

Imagino al estilizado Ziganda como un faquir demudado que con un turbante en la cabeza y apenas un pañal amarrado a la cintura se ve incapaz de erguir a la cobra del espectácul­o con su apañado solo de flauta y sin un bocadillo que echarse al coleto. Le falta la orquesta, el acompañami­ento, el director –ay,

Beñat, ya te echo de menos- y hasta el público, que pronto le dará la espalda. Empiezo a creer que hasta le falta el ánimo. Necesitába­mos dar un golpe sobre la mesa en Vigo, pero el bofetón nos lo hemos llevado nosotros. Estamos sobre la lona. Menos mal que hay una cuenta de protección de dos semanas. El KO se cierne sobre San Mamés ante el Villarreal. Solo vale ganar

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FOTO: EFE Impotencia Susaeta, Bóveda y Williams muestran su desolación por el desastre de Vigo

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