Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Un cruel desenlace
Niel peor de los guiones que uno pueda imaginarse para concluir un partido de futbol podría firmar lo sucedido ayer en San Mamés.
Desde un inicio se pudo ver un Athletic superior en la posesión aunque sin la precisión necesaria como para darle continuidad y finalización a todo lo iniciado por el equipo. Con Vesga y San José por dentro la posición de media punta estaba reservada para un Aketxe que intentó gestionar el poco balón del que pudo disfrutar salvo en las acciones a balón parado, suerte en la que tampoco pudo acertar con el gol.
Demasiadas pérdidas de la pelota en la fase de progresión restaban continuidad al juego de los bilbaínos mientras los isleños se multiplicaban para achicar las múltiples llegadas de las que gozaba el Athletic. Sabin Merino aparecía por la derecha para dejar en puntaa Williams mientras Córdoba y Saborit lo intentaban por izquierda, significándose esta asociación como la más profunda del equipo durante la primera mitad.
Williams, tan activo como poco afortunado de cara a gol lo intentaba por dentro, por fuera y por todos los costados, pero no salía la jugada en cuestión. Durante el segundo periodo el guión sufrió pocas variaciones salvo por la sensación de que el Formentera se defendía con orden mientras iba perdiendo fuelle poco a poco y las pocas fuerzas que les quedaban parecían reservarlas para los últimos cinco minutos. Con este panorama, Ziganda introducía primero a Aduriz y más tarde a Raúl García con la misión de aprovechar alguna de las numerosas ocasiones que se les seguían negando a los rojiblancos. Iturraspe intentó apuntalar algo más la posesion para, a falta de goles, intentar mantener la pelota mucho más en poder de los bilbaínos que en otro lado intentando asociaciones más largas y pases más precisos. Ni por esas.
Lo más cierto es que aparecieron las opciones aunque siempre rodeadas de ciertas gotas de imprecisión quizás provocadas por la ansiedad de no conseguir realizar un partido redondo.
Y el final llegó, llegó cuando ya no había ni un segundo para poder reaccionar, llegó en uno de los dos balones parados con los que contaron los futbolistas visitantes para igualan lo que no iguala ni el ritmo ni la calidad. Tiempo para la reflexión y por qué no, también para serenarse y encarar un tramo competitivo aún demasiado importante