Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Balón de Oro al compromiso
George Weah cumple un nuevo sueño: presidir Liberia
George Weah, a sus 51 años, ha hecho realidad el sueño de convertirse en presidente de su Liberia natal. El ex jugador de Monaco, PSG, Milan, Chelsea, City, Ol ympique de Marsella y Al Jazira, con el respaldo de la mayoría de la población de uno de los países más pobres del mundo, podrá luchar a partir de ahora por sus ciudadanos, poniendo especial énfasis en la sanidad y la educación, los ejes sobre los que pretende hacer pivotar su labor política.
Senador desde 2014, Weah seguirá inspirándose en el sentimiento de pertenencia a un país por el que siempre luchó, aun en los momentos en los que más brillaba su estrella deportiva.
Balón de Oro en compromiso
En diciembre de 1995, cuando recogió el único Balón de Oro ganado por un africano por delante de Jurgen Klinsmann y Jari Litmanen, se acordó en sus parlamentos de Liberia. De un país para el que, en 1996, reclamó la intervención de Naciones Unidas, algo que el régimen castigó con la violación de dos primas suyas por parte de fuerzas leales al dictador Charles Ghankay Taylor.
Las raíces de Weah, que paseó sus imponentes 184 centímetros por los mejores campos de fútbol europeos, están profundamente hundidas en Liberia y en África: “Soy panafricano”, ha proclamado siempre que ha tenido oportunidad. Nacido en Clara Town, uno de los barrios más desfavorecidos de la capital Monrovia, en una familia de doce hermanos, fue criado por su abuela siguiendo la tradición ancestral de la etnia Kru a la que pertenece.
De muy pequeño mostró inclinación a pegarle patadas a un balón, pese a la oposición paterna. El tiempo le dio la razón: a los 14 años ingresó en el Young Survivor, del que saltó al Invincible Eleven y al Tonerre Clara Club camerunés. Y de allí, en 1998, con 21 años, a Europa, de la mano de un Arsène Wenger con quien viajó hasta Monaco, dejando atrás el trabajo de telefonista que compaginaba con sus estudios y con el fútbol.
El hoy técnico del Arsenal siguió los consejos de Claude Le Roy, a la sazón seleccionador de Camerún. Y jamás se arrepintió de su decisión: “Su explosión fue algo parecido a la sensación de un niño cuando encuentra un huevo de chocolate el domingo de Pascua”, ha explicado gráficamente Wenger al recordarlo. Y Weah le corresponde con una admiración irrenunciable: “Sin Dios y sin Arsène jamás habría llegado tan lejos”. Dicen que el Balón de Oro de 1995 reposa en el domicilio del técnico ‘gunner’.
Del conjunto monegasco al PSG antes de pasar al Milan, trayecto jalonado por Copas y Liga francesas y Scudetto italiano, a los que sumaría una FA Cup con el Chelsea, además del histórico Balón de Oro y de la designación como mejor jugador del mundo por la FIFA ese mismo 1995. Y para el recuerdo, su elegancia sobre el campo, la potencia de una carrera explosiva y un buen puñado de goles. Eso sí, con el eterno recuerdo de Liberia siempre presente.
Siempre Liberia
De un país con el que no pudo acceder a ningún Mundial pero al que se entregó sin condiciones: en 1994 fundó el Junior Professionals en Monrovia, que da cobijo a jóvenes de todo el país con la única condición de que no abandonen los estudios. En 1996 pagó la concentración de su selección para la Copa África de 1996, en Sudáfrica. Y en 1997 era nombrado Embajador de las Naciones Unidas.
Su primer asalto a la presidencia del país fue en 2005; cayó derrotado en la segunda vuelta. Ahora, con 51 años y tras cursar Administración de Empresa y Criminología en EE.UU., el pueblo liberiano se ha puesto en sus manos para salir del profundísimo pozo de miseria en el que le abocó una devastadora guerra de 15 años
El ex jugador siempre luchó por su país, aun estando en la cumbre del fútbol mundial