Córdoba se acordó de sus hermanos Aitor y Asier tras el gol

El extremo bilbaíno siempre les tiene muy presentes

Si alguien saltó con el gol de Iñigo Córdoba al Villarreal, esos fueron sus hermanos Aitor y Asier. La familia del extremo rojiblanco es futbolera a más no poder. Los tres son unos apasionados de este deporte. Y ver al mediano de los Córdoba-Querejeta marcar su primer gol como león colmaría de alegría a sus dos hermanos. Iñigo también les tuvo muy presentes.

En el momento en que vio cómo el balón se colaba en la portería, las sensaciones fueron tan fuertes que no se le podía pasar otra cosa por la cabeza. Acababa de estrenarse como goleador del Athletic. Una vez bajaron las revoluciones, pensó en su familia. Y en especial, en sus hermanos: “Se lo dedico a

toda mi familia, sobre todo, por el día a día. A mis hermanos. Somos muy futboleros en casa, hablamos mucho de fútbol, y me he acordado de ellos”.

Y es que este deporte monopoliza el día a día de los Córdoba, que lo disfrutan cada uno desde su posición. Aitor, el mayor (22 años), es defensa del Leioa; Iñigo (21) forma parte ya del primer equipo del Athletic; y Asier (18) se

está formando en las categorías inferiores de Lezama.

El ‘28’ rojiblanco siempre les tiene en mente. A principios de este año, en una entrevista a la revista oficial del club, valoró los sabios consejos que le da el mayor y no dudó en manifestar su deseo de que el pequeño le supere. Cuando coinciden dos hermanos en Lezama se suele decir que el mejor es el pequeño. ¿Es el caso de los Córdoba?

“Ojalá, ojalá salga mejor, por supuesto. Es mi hermano pequeño y le deseo todo lo mejor, ojala sea el mejor de los tres”, resolvió.

Asier, a su juicio, tiene “mejores condiciones que las mías”. “Tiene más calidad, físicamente es más que yo, tiene mucha más llegada y mucho más gol”, asegura. Le encantaría que hubiera un Córdoba I y un Córdoba II. Y fue más allá: “Ojalá me quite el puesto. Al único que le permitiría que me lo quite sería a él, je, je”. Y es que los dos son extremo izquierdo. Aunque Iñigo tiene claro que “podemos jugar los dos juntos, el malo para atrás (risas)”