Los tiempos de Urrutia

M antener en el cargo, aguantar contra viento y marea, dejar pasar el tiempo hasta que el temporal amaine. Es parte de la política deportiva de Urrutia .Lo hizo durante el segundo año de Bielsa cuando, tras una reunión de la directiva tras perder contra la Real, decidió mantenerle en el cargo para acabar la temporada con un saco histórico de goles encajados y salvados por los pelos del descenso. Lo hizo durante la segunda de Valverde, cuando terminó la primera vuelta con 19 puntos y se publicaban primeros contactos con Javi Gracia que nunca nadie desmintió. L o hizo con Amorrortu, cuando prefirió apartarlo sin despedirle tras el huracán Bielsa. Le va a costar muy mucho cesar a Ziganda, otra de sus apuestas iniciales y, tal vez por eso, todo quede zanjado en junio con un acuerdo pactado de puertas para fuera. Pero su discurso evidencia su respuesta al fracaso: “Tener contrato o no, no garantiza la continuidad. Esto es fútbol y todos sabemos cómo funciona”. P or eso, cualquier mirada retrospectiva puede camuflar otra temporada con malas sensaciones: “De siete años que llevamos, en cinco hemos estado muy bien y en dos no tanto. Todos firmaríamos los cinco años”. En cuanto al futuro inmediato añade una nueva dosis de incertidumbre en la recta final de su mandato: “Cada vez va a ser más difícil mantener esta dinámica. Sabes que van a llegar momentos duros y difíciles, que te hacen madurar. Esto es fútbol, hay altibajos”. U rrutia no quiere adelantar ni las elecciones ni el finiquito cantado de Ziganda. Maneja sus tiempos antes que los del club. Para ello es vital evitar la apariencia de cualquier síntoma de debilidad. Cargarse a alguna de sus apuestas personales sería reconocer otro fracaso con nombre y apellidos. Suena Berizzo, la vuelta adulterada del bielsismo que casi nos llevó a lo más alto y por poco nos hunde en lo más bajo. Y después, ¿quiénes?