Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
No solo apunten al maquinista
El problema de fondo del Athletic reside más allá del inquilino del banquillo
La historia se repite con más frecuencia de lo deseado a lo largo de esta temporada de absoluta frustración a nivel Athletic. Lo de Anoeta solo fue un capítulo más en esta desilusionadora trayectoria del equipo rojiblanco. Muchos apuntan, apuntan y no dejan de apuntar al ‘maquinista’; pero el problema de fondo reside más allá del inquilino del banquillo.
La campaña pasada, a estas alturas más o menos de campeonato, las críticas hacia Valverde y su tropa iban más allá de los propios resultados. El fútbol de los leones aburría. En San Mamés, fuera también, era más de lo mismo. Al Barça, en cambio, le convenció el perfil del técnico gasteiztarra para liderar a nivel de banquillo su nuevo proyecto. No parece que le haya ido mal así al club culé, sorprendente ‘tropezón’ Champions al margen.
A Ziganda vendrá a sustituirle otro míster antes de que finalice su contrato como entrenador del primer equipo (tiene firmados dos años). La ley del fútbol es inexorable pese a que Urrutia se ha mantenido firme hasta ahora en su decisión de mantener al técnico navarro en el puesto. No en todos los sitios se piensa igual y ahí está el mismísimo Sevilla para demostrarlo.
Caparrós, al que hace unos años le hervía la sangre rojiblanca bilbaína, coge al equipo hispalense tras la destitución de Montella, quien así mismo suplió meses antes al también destituido Berizzo. Curioso que en el entorno del Athletic se clame por un técnico que dejó de valerle antes de tiempo al otras veces referencial por estos lares (el de los títulos europeos y coperos) Sevilla.
Da la sensación de que habiendo echado a Ziganda hace ya un tiempo, los leones estarían ahora mismo clasificados para Europa o casi. El problema, lamentablemente, va más allá del propio banquillo. Al menos esa impresión da viendo el rendimiento de algunos jugadores a lo largo de esta campaña.
Sin Aduriz no hay paraíso
Aduriz, salvando las distancias, venía a ser hasta ahora para el Athletic lo mismo que Messi para el Barça o Cristiano para el Real Madrid. En el preciso instante en que el pichichi rojiblanco ha tosido, el resto del equipo se ha constipado. Y sin goles, esté quien esté en el banquillo, no hay paraíso.
El pasado sábado en Anoeta, por volver al derbi, Williams ejerció de nueve. Un nueve que en acciones concretas del primer tiempo, a remolque en el marcador, ni siquiera sprintó para llegar a posición de remate en un par de llegadas rojiblancas que le pillaron a la altura del centro del campo. El instinto matador del bilbaíno poco o nada tiene que ver con el de su veterano compañero. Raúl García, en tales circunstancias, se queda como único rematador de un conjunto en el que su mayor recurso ofensivo queda limitado a los centros laterales.
Lo de San José ante la Real hay que tomarlo a modo de accidente. Los dos goles en propia puerta fueron fruto de la bien trabajada estrategia local y de la falta de contundencia y concentración de la visitante. El balón rebotó en dos ocasiones en las piernas del navarro porque, entre otras cosas, nadie había acertado antes a despejarlo.
Más sangrante resultó el segundo tanto donostiarra, el de Oyarzabal. Partiendo de la base de que el delantero de la Real hizo falta a Iturraspe en la acción de la que nació la jugada que él mismo culminó y de que la deportividad de los locales en esta acción brilló por su ausencia; lo del capitán del Athletic no tiene nombre. El de Abadiño, en vez de levantarse nada más perdido el esférico, se quedó tendido simulando un dolor que, curiosamente, le desapareció en plena celebración txuri urdin por el 2-0. Increíble, pero cierto. Lekue, por su parte, también se durmió en esta decisiva jugada.
El bajo rendimiento de De Marcos y Balenziaga, los problemas de Núñez para sacar el balón, la distancia existente entre el doble pivote y Raúl García, la inconsistencia de los interiores, la apatía de Williams... Imanol supo hacer una correcta lectura del derbi porque tenía bien estudiado al Athletic y con su trivote (Illarramendi, Zurutuza y Canales), dos interiores con capacidad de desborde (Januzaj y Oyarzabal) y un punta que fijó a los centrales (Willian José) desarticuló a un Athletic que compite porque nunca deja de correr. Muchas veces, eso sí, sin sentido
Cuando Aduriz ha tosido, el resto del equipo se ha constipado