Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Con la mente puesta en Kiev

Los blancos ahorraron fuerzas y Ramos volvió a ser protagonis­ta

- Mario Calderón Madrid

Jugar sin motivación es algo impensable para los jugadores del Real Madrid. O al menos es lo que se promulga desde el club merengue. Ese famoso ADN blanco, que les debe hacer salir al campo a comerse la hierba para conseguir una victoria, estuvo desapareci­do durante el partido de ayer frente al Sevilla. Falto de ritmo, impreciso en los pases y débil en defensa. Así estuvo el equipo de Zidane en un partido que desde el primer momento estaba destinado a la derrota.

Pese a que empezaron presionand­o sin balón y con intentos combinativ­os por banda, el Sevilla, muy bien colocado, desactivó a los blancos a la media hora y estos se vinieron abajo. Algunos jugadores dieron síntomas de no estar desplegand­o todas sus armas para hacerse con los tres puntos y el resultado de la primera parte (2-0) confirmó el diagnostic­o. El motivo de esta ‘reserva de fuerzas’ se debe a la proximidad de la final de Kiev en el calendario. Perderse una cita de tal calibre por un uso excesivo de la fuerza en una jugada puntual pesó mucho en la cabeza de los futbolista­s, que no quieren poner en riesgo su integridad física a menos de 20 días para la final de la Champions. Por otro lado, y como es lógico, el hecho de no jugarse nada más que el honor de no salir humillado también hizo mella en la mente de los jugadores que no juegan con el chip de la motivación instalado en sus cabezas.

Sin embargo, hubo sobre el césped un futbolista que no dio muestras de todo lo anterior. Y ese no fue otro que Sergio Ramos. Volvía a su casa, donde es más odiado que venerado,

El capitán blanco volvió a la que fue su casa con un penalti fallado y otro marcado

y buscó ser el protagonis­ta a toda costa de un partido en el que ya de por sí jugaba un papel princi- pal. Con la segunda parte bien entrada, el camero, ‘loco’ por marcar un gol, quiso recortar distancias. Desde los once metros lo buscó pe- ro envió el balón al larguero para más tarde ver una cartulina amari- lla y desviar dentro de su portería un balón de Mercado en el tercer gol sevillista. Lejos de quedar así, Ramos tuvo la ocasión de redimir- se con un segundo penalti que esta vez no falló, convirtién­dose de esa manera en el protagonis­ta de un duelo marcado por la falta de moti- vación previa a la final de Kiev

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FOTO: GETTY Sergio Ramos falló un penalti, desvió el 3-0 en su propia meta y marcó en el 96’

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