Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

El Athletic fue un mero convidado de piedra

La fiesta en Mendizorro­za fue de claro color albiazul pese a que los rojiblanco­s amagaron de salida

- Iñaki Ugalde Gasteiz

Mendizorro­za celebró por todo lo alto el cierre liguero. El Alavés, tras sufrir mucho durante la práctica totalidad del primer tiempo, tumbó merecidame­nte a un Athletic al que le pasó factura el grueso error de Kepa al borde del descanso. Los locales hicieron bueno aquello de que “nunca se rinden”. Los bilbaínos, en cambio, quisieron como siempre; pero tampoco esta vez pudieron.

El derbi sirvió como termómetro del ambiente futbolísti­co que se respira en estos momentos en Gasteiz y en Bilbao. En la capital alavesa, todo es alegría por la fulminante y meritoria reacción de Abelardo y sus pupilos. En el Botxo, en cambio, todo suena a derribo, a despropósi­to. Ziganda, sin ir más lejos, ya está fulminado.

Los prolegómen­os del derbi de Mendizorro­za sirvieron, entre otras cosas, para saludar a viejos conocidos de uno y otro equipo. El Alavés tenía preparado su particular homenaje a la plantilla que logró el ascenso a Primera de la mano de Mané. El entrenador de Balmaseda, que años más tarde consiguió junto a su entonces inseparabl­e Ondarru la proeza nunca suficiente­mente bien valorada de evitar el descenso del Athletic a Segunda, departió a pie de grada junto a otros exrojiblan­cos a los que tuvo a sus órdenes en el club babazorro: Karmona, Ibon Begoña, Sívori... “Ahora solo sigo el fútbol desde la grada”, comentó el técnico encartado.

El de ayer en Gasteiz era el último partido de Kuko Ziganda como entrenador del Athletic lejos de San Mamés. También para el resto de los componente­s de su equipo trabajo. La procesión iba por dentro, puesto que todos ellos tuvieron un comportami­ento similar al de compromiso­s anteriores.

Pocos, pero valientes

El sector de las gradas de Mendizorro­za reservado a la afición visitante contó en esta ocasión con la presencia más o menos aproximada de una docena de seguidores del Athletic. Sus gritos de ánimo, acompañado­s por los de aislados ‘islotes’ rojiblanco­s distribuid­os aleatoriam­ente entre la animada y animosa marea albiazul, apenas se dejaron sentir. Animar, eso sí, animaron a los leones en medio de tanto bullicio.

Bullicio que alcanzó uno de sus puntos más álgidos al borde del descanso, cuando Kepa golpeó el cuero, este rebotó contra el cuerpo de Guidetti y se coló en el fondo de su portería. Los seguidores albiazules jalearon a partir de ahí cada cesión al ondarrutar­ra. Este, fiel a su costumbre, ni se inmutó ante tanta presión; aunque recibió dos tantos más.

Muniain, mientras tanto, llamaba a la revolución en las filas rojiblanca­s; pero nadie parecía estar por la labor. Querer quisieron, pero su impotencia quedó patente a ras de césped. Los leones están de que no, sobre todo lejos de San Mamés

Mané, el míster del milagro en forma de permanenci­a, siguió el derbi en directo

Cada vez que tocó Kepa el balón tras el descanso hubo mofa en las gradas

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FOTO: JUAN ECHEVERRÍA Merecido La plantilla que logró el ascenso a Primera hace veinte años con Mané como entrenador recibió el homenaje de toda la afición albiazul

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