Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Ejemplo de convivenci­a deportiva

Los aficionado­s al rugby muestran en Bilbao que se puede disfrutar de la competició­n en perfecta armonía

- Fran Vicente Joseba Fonseca

Bilbao y San Mamés tuvieron el privilegio de vivir la gran cita de cada año en las competicio­nes europeas de rugby a nivel de clubs. Los aficionado­s de Leinster y Racing 92 se hicieron notar de lo lindo en el botxo.

Si el cielo lució gris en la capital vizcaína, el azul lo pusieron ambas aficiones, el oscuro de la irlandesa y el celeste de la francesa. La lluvia no impidió a ambas aficiones poblar la fan zona establecid­a en el Arenal, donde pudieron disfrutar de música, juegos relacionad­os con el deporte del oval y diferentes puestos en los que se promociona­ba el rugby local y se invitaba a conocer la zona.

Según se acercaba la hora del partido los aficionado­s fueron caminando hacia la otra fan zone, en la explanada del estadio. Licenciado Poza vivía un ambiente similar al de partidos grandes del Athletic. En

Irlandeses, franceses, galeses e ingleses dejaron ver la mejor cara del deporte

la pantalla exterior del estadio se veían ayer las alineacion­es de los finalistas e imágenes de rugby en lugar de las habituales rojiblanca­s futboleras.

N i un incidente entre los seguidores mezclados de ambos equipos, combinados con el público local más el llegado desde otros puntos del estado. Todos en armonía a disfrutar de un espectácul­o diferente al habitual en La Catedral.

Otro estilo

“¡A la mano! ¡El siglo XIX no ha muerto! ¡Viva el romanticis­mo!, vociferaba extasiado Ramón Trecet en sus legendaria­s transmisio­nes en la por entonces TVE2 –hoy La2del por entonces V Naciones –hoy VI Naciones- cuando el apertura de turno, en lugar de aprovechar la estratégic­a posición en la que el árbitro había señalado el punto de la infracción para asegurarse los tres puntitos con un lanzamient­o a palos, optaba por buscar un premio no mucho mayor, ya que por entonces –las normas del rugby han cambiado bastante en el último cuarto de sigloel ensayo valía cuatro puntos en lugar de los cinco actuales.

Ayer se vio que el siglo XIX está enterrado. Bien enterrado. No hubo ni un solo ensayo. Ni uno. Todos los puntos vinieron como producto de golpes de castigo, transforma­dos en algunos casos desde el centro del campo. Es la ley de la efectivida­d, la que impera en el hiperprofe­sionalizad­o rugby moderno, que hace tiempo olvidó a aquel en el que policías, profesores, médicos o carteros hacía hueco en sus jornadas laborales para defender con dignidad a las seleccione­s de Inglaterra, Gales, Irlanda, Francia o Escocia.

El juego ha perdido vistosidad, pero por lo demás el rugby guarda buena parte de su esencia. En especial, la deportivid­ad. En un escenario como San Mamés, en el que recienteme­nte hemos visto ejemplos de vandalismo en partidos de fútbol de competició­n europea, reinó el fair-play. Las protestas, que las hay también, a acciones feas del rival o a decisiones discutible­s del colegiado suenan más respetuosa­s con el murmullo de desaprobac­ión del ‘uh’ que en los pitidos ensordeced­ores clásicos del balompié.

El acento vasco

Sobre el césped, el juego a la mano perdió la batalla con el pateo. En las repletas gradas –hubo más de 52.000 espectador­es-, sí que ambas aficio- nes fueron de la mano. Cada uno a lo suyo, pero en armonía, sin malos rollos. El mosaico inicial, en el que el lema ‘Bilbao Finals 2018’ quedó per- fectamente esbozado, fue el arranque de una fiesta que fue completa para el bando favorito, para el Leinster. En el palco, un ‘All Black’ de leyenda, Dan Carter, el hombre que más puntos ha anotado en partidos internacio­nales en toda la historia, se retorcía nervioso al no poder dis- frutar sobre el verde de La Catedral del que iba a ser su último partido en competició­n continenta­l con el Racing 92. La temporada que viene jugará en el Kobe Steelers japonés. Fue el descarte de lujo de un cuadro francés en el que los cuatro golpes convertido­s por Teddy Iribaren no fueron suficiente­s para alcanzar la gloria. El medio melé del cuadro pa- risino, natural de Toulouse pero con orígenes bajonavarr­os, pudo ser el héroe vasco en la primera fi- nal de la Champions Cup jugada en Euskal Herria. ¿Será la última? Se verá

Iribaren, bajonavarr­o en sus orígenes, pudo ser el héroe para el Racing 92 en la final

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FOTO: MIREYA LÓPEZ El azul oscuro del Leinster triunfó en la final como colofón a una gran jornada de rugby, que hizo vivir a San Mamés un magnífica jornada
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