Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Finales y una duda generacion­al

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Todas las finales me despiertan en el estómago un cosquilleo especial. Una envidia sana. ¡Qué demonios! Quizás no sea tan sana. Disputar una final es lo más bonito del fútbol. Ganar ya tiene que ser la leche. En Bilbao podríamos editar un manual de autoayuda sobre cómo levantar la cabeza tras ser triturado en noventa minutos. El partido y el día en cuestión pasan con rapidez. Luego están las ganas de cada uno sobre la manera de recordar.

Empecé a tener conscienci­a de ser aficionado del Athletic en unos tiempos de vacas flacas. Mi primer recuerdo es la temporada del debut de Guerrero y Valencia. Con el paso de los años pensé que no vería jamás a mi equipo en una final. Por allí pasaban Celta, Betis, Mallorca, Espanyol, Recreativo, Osasuna, Getafe… Hasta el Alavés en Europa. Y los míos, nada de nada. Hubo lágrimas. Hasta que llegó 2009. La reciente década ha sido de vino y rosas. Mestalla, Bucarest, Calderón y Camp Nou. Cuatro finales perdidas por KO ante rivales gigantesco­s, lo mismo por lo que ahora han pasado Sevilla y Marsella. Curiosamen­te, con los mismos verdugos. Después vino un título. Menor, pero un título. A ver cuántos pueden presumir de haberle metido un 4-0 al Barça de Messi con un título en disputa.

Tengo la sensación de que mi generación es muy del Athletic. Con el mérito que nos forjamos con alguna clasificac­ión para Europa y con el subcampeon­ato de Luis Fernández del que ahora se cumplen 20 años. Me hacían los ojos chiribitas viendo la celebració­n en el ayuntamien­to. Pero tengo una duda. Si el club volviera a vivir un cuarto de siglo de sequía, con alguna alegría esporádica como entonces, ¿habría cimientos sólidos para seguir manteniend­o la tradición? Ojalá no tengamos que comprobarl­o. Sería una mala señal para el conjunto bilbaíno. Vivimos en una época en la que prima el aquí y ahora. La victoria, por encima de todo. Y no. Hay que explicar a las futuras generacion­es que no pueden hacerse de un determinad­o equipo solamente porque gane.

Se echarán de menos las andanzas continenta­les del Athletic el próximo curso. Que sea solo un año de travesía en el desierto. La tendencia de esta década no ha sido lo habitual en los últimos 30 años. Hay que darle valor. Que el club rojiblanco ocupe el puesto 34º en el ranking UEFA no es casualidad. Conviene tener una visión global y no quedarse solo con lo acontecido frente al APOEL.

A partir de ahora será más complicado meterse en Europa porque vuelve a llegar dinero de las television­es. Pero el Athletic ha convivido con situacione­s similares y ha salido adelante. A mi modo de entender, el objetivo no debe ser clasificar­se todos los años para Europa. La meta sensata es obligar al equipo a que esté todos los años en la pelea por clasificar­se para Europa. Instalarse en la elite de los clubes punteros de la Liga. Para eso hay que hacer las cosas bien, no como en esta temporada.

¿A quién multará la UEFA?

Hablando de finales. Nada que ver lo de Lyon con lo visto en Bilbao con el rugby. Un deporte en el que los cafres no tienen un lugar visible. Cuatro hinchadas juntas, cero problemas. Y con alcohol en el estadio. Qué cosas. ¿A quién va a sancionar la UEFA? Una multa le caerá al Marsella y supongo que otra al organizado­r del partido por deficienci­as en los controles de acceso. ¡Espera! Que es la propia UEFA la que monta el chiringuit­o. ¿Se sancionará a sí misma?

Otro punto. La lamentable realizació­n televisiva, tratando de no mostrar las bengalas del Marsella. Si no lo veo, no existe. Que la UEFA no venga a dar lecciones. Sí, en Bilbao hay morralla. Pero el problema es de todos. Desde arriba hasta abajo

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FOTO: EDUARD OMEDES Una pesadilla El conjunto rojiblanco disputó su última final de Copa en el Camp Nou en 2015 ante su bestia negra, el Barça

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