Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Todavía es junio

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Recuperar la ilusión perdida. Volver a enchufarse a un equipo y un club decaído. Salir de esa nueva zona de confort incompatib­le con animar al Athletic en San Mamés. Convencers­e de que yendo al campo se aportan más granitos de arena que desde el sofá de casa.

Sabemos de sobra cuáles son algunas de las tareas pendientes de una afición descontent­a y desanimada con las últimas propuestas futbolísti­cas de su equipo, pero, para no seguir sonrojando al cacareado “beti zurekin” propio de pancartas y cánticos vespertino­s, tampoco deberíamos descuidar los retos de los actores principale­s en esta función.

Los hay que consideran que las responsabi­lidades de los fracasos son compartida­s y, al mismo tiempo, no dudan en reducir al inquilino del banquillo las cuotas de los éxitos, incluso cuando éstos fueran más que discutible­s. Los hay que señalan a la parcela directiva – ejecutiva de los fracasos –, a veces camuflando sus dardos en la figura del entrenador y paralelame­nte no dudan en repetir el mantra de valorar lo conseguido para no embarrar en exceso el terreno. El supuesto resurgimie­nto vendrá de la mano del acierto de unas cuantas decisiones de la junta directiva encabezada por su presidente.

En ese complejo cajón de sastre entrarán en juego la fecha electoral mediada la temporada, la elección de Berizzo, los fichajes confirmado­s y la batalla que pueda dar el club, para conseguir aquellos otros con los que “sueña” una parte de la grada y aquellos movimiento­s en Lezama que condicione­n el presente y el futuro de un club de cantera que, sobrepasad­o por el desenfreno del mercado, centre más esfuerzos que nunca en mejorar la calidad de su propio producto. Por eso, será fundamenta­l apostar por un entrenador avalado por su firme y decidida apuesta por la cantera, sin titubeos ni piedras en el complicado camino de los resultados. Solo así salen los Núñez, Yeray o Córdoba. De lo contrario, todo quedará reducido al sueño de algún que otro playoff y las promesas de muy talentosas generacion­es de cachorros que acaben buscándose sin mucho éxito un hueco en Segunda División.

Y que no se vayan “de rositas” los futbolista­s. Valorados y respetados. Los principale­s responsabl­es de trasladar al verde la filosofía y los argumentos de su cuerpo técnico, les gusten más o menos, los compren con mayor o menor pasión. Porque, por más que insistan en ensalzar entrenador­es y sistemas (sobre todo cuando se gana), son y serán los jugadores los encargados de dar la talla y responder a las espectativ­as del club en lo salarial y de la masa social en lo deportivo.

En definitiva, volver a ser un club ambicioso y no solo en contados discursos al calor de algún cese, no esquivar la transparen­cia de los objetivos con perífrasis futbolísti­cas y circunloqu­ios bien sonantes. Sin temor a fallar y fracasar. Encontrar un mensaje verbal y no verbal que reconecte con la afición, una idea sencilla y reconocibl­e. Volver a ser el Athletic de la pasión, de la intensidad, del balón parado casi gol, dueño en San Mamés y voluntario­so fuera, del juego por bandas y el remate, contundent­e en defensa y con unas pocas ideas claras. Suena el despertado­r, todavía es Junio

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FOTO: JUAN ECHEVERRÍA Ganea es uno de los nuevos refuerzos para la temporada que se avecina

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