Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Al borde del KO
1- Sampaoli demostró que su equipo ni él sabe a lo que juegan 2- Messi mostró su peor y más apagada versión ante un Rakitic fenomenal
Argentina camina por un túnel oscuro. No late. Espera un respirador artificial de otro lado pero casi que no sabe si quiere ya vivir. La eliminación en primera ronda no es una mirada temerosa ni sensacionalista. Sería lo más lógico de este ciclo y este arranque penoso de Mundial, con un punto sobre seis. Ahora: hay algo peor que te maten en un Mundial. Suicidarte es aún más grave. Te hace más responsable, más inoperante. La culpa es mayor y se transforma en un sentimiento cruel, de los que persiguen de por vida. Y con Messi, con un Messi deprimido, con él mismo haciéndole bigotes al póster. O sea, si algo puede salir mal, que salga peor.
El guionista que escribe la película de esta enorme generación de jugadores de Argentina es un malparido. Un mal tipo. Venenoso. Primo hermano del Diablo. Le dio a Messi y el resto un talento descomunal, pero siempre le mostró la cara de la derrota. Le dejó jugar una final en Brasil 2014 y se la hizo perder por errar de frente al arco y un penal que no le dieron… Le reescribió la final de la Copa América 2015 y craneó un final llorando por caer en los penales, con Mascherano con los ojos repletos de lágrimas diciendo que tal vez el problema era él. Y en frente estaba el técnico que ahora grita desaforado en Rusia… Fue por más el macabro escritor de este destino. Hubo nueva final en la Copa Centenario 2016, penal fallado de Messi y renuncia del 10 del Barcelona… Ahora, que parecía la última gran revancha, le pone una dosis alta de la inyección del peor fracaso.
Es culpable Messi de su propio destino. Más allá del ensañamiento. Jugó uno de los peores partidos de su vida. Se puede tener una mala tarde, aunque no estar ausente en un partido trascendental. Tocó poco la pelota. No se mostró. No se rebeló. Apenas en un momento se peleó con su compañero Rakitic y encaró con rabia. Poco para un crack como él. Y ya no pasa por competir con los goles del solitario Ronaldo, con la recuperación de Luis Suárez o el golazo de Modric después de sus destellos de calidad. Messi perdió con Messi. Y eso debe ser lo más doloroso. Seguro que le gustaría hoy tomarse un avión y desaparecer.
Sampaoli no sólo lleva la firma del certificado de defunción de su idea. Casi que no se sabe cuál es. ¿Nos habrá engañado con su Chile que ganó por penales? Estudió para todas las pruebas pero al final las rindió casi todas mal. Línea de 3, línea de 4; Mascherano descartable, Mascherano titular indiscutido; Higuaín sin soportar el peso de la camiseta argentina luego de la frustración, Higuaín para ganar el partido más difícil de todos en los últimos minutos; Dybala star desapercido, Dybala a la cancha para que lo salve; todo mal. Fracasó hasta con su propio espejo. Y si éste era su equipo, fue un espanto. Y otra vez se equivocó con Pavón afuera. La Selección Argentina por lo menos hasta el momento le quedó grande. Hasta ya hay jugadores tirándole palos en público, como el Kun Agüero. Le marcaron que Sampaoli habló de futbolistas que no se adaptaron. Pensó, lanzó un “que diga lo que quiera” y se fue.
El entrenador mareó a los jugadores. Mil cambios, conceptos que hoy eran verdad absoluta y mañana material desechable. Encima, se le lesionó Romero, quien no le llenaba del todo. Ahí trajo a Caballero y Armani. Eligió a Caballero por roce internacional, experiencia e hizo mucho hincapié en su salida con los pies. A Croacia se le abrió el partido porque el arquero regaló una pelota de manera irrespetuosa para el equipo. No tiene chance de volver a atajar después de todo el país lo silbara –en la cancha y por TV- después de su error.
Así Argentina puede resucitar si otros la ayudan. Aunque hoy está muerta