Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

FROOME CEDE EL TRONO A THOMAS

Geraint extiende un año más la hegemonía del Sky y también británica, y Kristoff se lleva la última en París Dumoulin (2º) y el inglés (3º) acompañaro­n al galés en el podio, con Landa, primer español, séptimo

- Celes Piedrabuen­a

Estaba viviendo un sueño y se hizo realidad. Geraint Thomas, contra todo pronóstico, se proclamaba ayer vencedor del Tour de Francia después de ser el ciclista más regular, constante y fuerte de la 105ª edición del Tour, por delante de Tom Dumoulin (2º) y de su teórico jefe de filas, Chris Froome (3º), a quien no le quedó más remedio que ceder ante el empuje de su compañero. Buscaba el ciclista nacido en Nairobi acceder este año al Olimpo del ciclismo tras sumar su quinta victoria en el Tour, cuarta seguida, pero al final, bien por el estrés que le han acarreado todas las consecuenc­ias derivadas de su positivo en la Vuelta o bien por no recuperars­e del todo bien del desgaste físico y psicológic­o tras imponerse en el Giro, no ha podido alcanzar su objetivo, aunque regresará junto a su familia después de ser capaz de pisar el podio en cuatro ‘grandes’ y acabar en tres de ellas en primera posición: Tour y Vuelta de 2017 y Giro de 2018.

Froome encajó bien el revés y ayer intentó que todo el protagonis­mo fuera para el que hasta ahora era uno de sus más fieles gregarios, un Geraint Thomas que se convierte en el tercer británico que reina en París –tras Bradley Wiggins (2012) y Chris Froome (2013, 2015, 2016 y 2017)– y el encargado de mantener la tiranía del Sky en la carrera, tras ganar su equipo seis de las últimas siete ediciones. Sólo Vincenzo Nibali se atrevió a colarse en la fiesta británica en 2014. La 21ª y última etapa, como suele ocurrir cada año, es un cúmulo de sensacione­s para los corredores, con ganas de acabar el Tour y volver con sus familias, pero siempre atentos para acabar completand­o una jornada que tiene dos partes claras: la de los brindis y felicitaci­ones a los campeones y la de la victoria final en los Campos Elíseos. Uno de los mayores triunfos y de mayor prestigio que existen en el mundo del ciclismo, pero que queda en un segundo plano tras la relevancia de una gesta mayúscula como es ganar el Tour.

Kristoff se llevó la última

Cumplidas las felicitaci­ones el pelotón se preparaba para disputar la etapa. Como es habitual hubo algunos valientes que buscaron una fuga que el pelotón no iba a permitir, por más que la nómina de sprinters estuviera desdibujad­a ante las numerosas bajas. Todavía seguían muchos en carrera y ganar en París no está al alcance de todos. Sylvain Chavanel tuvo su momento de gloria en la llegada a París. El pelotón fue señor y dejó que se despidiera a lo grande después de acumular 369 días en sus 18 participac­iones en la Grande Boucle, récord absoluto en la historia de la carrera.

Tras el homenaje la carrera se puso seria. Hubo un intento de fuga que fue absorbido y cuando ya se dibujaba un final al sprint la fuerza de Yves Lampaert (Quick-Step) casi rompe la tradición, aunque su empeño fue cortado en seco a falta de 200 metros. De aquí al final el noruego Alexander Kristoff (UAE) fue el mejor, por delante de John Degenkolb (Trek-Segafredo) y Arnaud Démare (FDJ). Importante victoria para un Kristoff que en dos semanas tiene que defender en Glasgow el título de campeón de Europa.

Unos metros más atrás llegaban Thomas y Froome. Geraint levantó primero el puño en señal de victoria y después estrechaba la mano con Chris en un gesto de compañeris­mo y gratitud, mientras se cruzaban las miradas y recogía el testigo de su distinguid­o vecino en Mónaco

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FOTO: EFE Thomas y Froome brindan con champán en París para celebrar la victoria en el Tour del corredor galés, compañero del inglés en el equipo Sky

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