Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Coutinho, la debilidad de Riqui Puig
“Por fin un pequeño con nosotros”, le soltó Leo Messi en su primer entrenamiento con el primer equipo. Ahora sólo quiero ver jugar al mediocentro de 18 años con el jugador que más le sorprendió
Sufro el síndrome postMundial de Rusia, lo reconozco. Hablo sin parar de San Petersburgo y el Hermitage, de Sochi y el Mar Negro que es azul, de Moscú y la maravillosa Plaza Roja, del pueblo ruso que me ha enamorado. Martilleo en la panadería de mi pueblo a mi vecina que sólo le gustan las plantas, en la gasolinera tomando la presión a los neumáticos, entre mis amigas a las que bombardeo con datos sobre Coutinho y
Mbappé y me miran como diciendo, “la hemos perdido definitivamente”. Chicas, es que el brasileño es una maravilla. Marcó dos golazos en el Mundial y dio dos asistencias, 293 pases y una efectividad del 89,9%. El francés es una delicia, tiene ‘charme’ y cada uno de sus cuatro goles sirvió para que Ronaldo el Fenómeno escogiera a Mbappé como su sucesor. Con 19 años completó 118 pases (77,6% de efectividad) pero con la ventaja de dos partidos más. Su fuerte son esos 32 regates que provocaban cosquillas en el estómago, pero Coutinho disparó más a puerta!.
Qué quieren que les diga, me enamoraron los rusos y descubrí un Coutinho aún más esencial y espectacular de lo que había visto hasta ahora, al menos yo, porque Riqui Puig, el canterano que ya les digo nos va a emocionar, se dio cuenta en su primer entrenamiento con el primer equipo. Y eso que Leo se acercó a Riqui y le soltó: “Por fin un pequeño con nosotros”. Es la forma que tiene Messi de decir “uno de los nuestros”. Pero fue Coutinho el que impresionó a Riqui, no por el dominio de balón (muy brasileño), por su inteligencia. Es la cualidad que comparte el chaval de Matadepera con Coutinho: ven el fútbol desde las alturas siendo dos tipos bajitos; Philippe es tres centímetros más alto: 1,72 .
Me muero por ver jugar juntos a Riqui, Coutinho y Messi, sé que será mi salvación, el momento que superaré el síndrome ruso y dejaré de montar y desmontar mis matrioskas, sí, varias. Del Mundial quedará el mejor consejo que me han dado nunca: “Abre los ojos, siempre”. Abiertos están. Riqui, muchas ganas