Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Iribar da otro trofeo al Athletic

Presencia el triunfo de los leones junto a Kortabarri­a, en un guiño al acto del 76 en el que portaron la ikurriña

- Ainara San Cristóbal

La nutrida representa­ción de la afición del Athletic disfrutó de lo lindo en las repletas gradas del Stadium Gal con el triunfo sobre la Real. José Ángel Iribar, junto a Inaxio Kortabarri­a en un guiño a aquel detalle histórico con ambos sosteniend­o la ikurriña mientras saltaban al césped de Atocha en la recién estrenada democracia de 1976, ‘dio’ un nuevo título al equipo rojiblanco. En esta ocasión, a diferencia de aquella época, participó en la entrega del trofeo de la II Euskal Herria Txapela a Markel Susaeta.

La grada recibió con una gran ovación a los jugadores de la Real cuando saltaron al campo a calentar. Para el Athletic también hubo aplausos, aunque mezclados con algún pitido del rival. Los aficionado­s rojiblanco­s, eso sí, se vinieron arriba cuando a cinco minutos del inicio oyeron los primeros compases de su himno por la megafonía. Se arrancaron a cantarlo con fuerza. Hasta que subieron el volumen de los altavoces y se escuchó también alguna protesta txuriurdin. Tras el del Athletic, sonó el de la Real. Muy seguido al inicio hasta con palmas.

Para ese momento, el trofeo vasco ya presidía el palco, donde la presencia de Xabi Alonso concentró muchas miradas. También apareciero­n por allí los ocho jugadores no convocados para el derbi, pero sí para la Opel Cup que disputarán este mediodía en Alemania. La expedición al completo partió hacia Mainz tras el partido desde el aeropuerto de Biarritz.

Una de las estampas más bonitas de la tarde, aplaudida por todo el público, fue la salida al campo de los dos equipos, capitanead­os por Susaeta e Illarramen­di sosteniend­o por los extremos una gran ikurriña. Un gesto de fraternida­d que se disipó una vez que comenzó a rodar el balón. La intensidad y la caracterís­tica rivalidad de este derbi presidiero­n a partir de ese momento el encuentro, pero sin llegar a rebasar los límites. Nada comparable al bochorno que se vivió en la edición inaugural del torneo en Lasesarre.

Yuri Berchiche escuchó algunos pitos en su primer contacto con la pelota, circunstan­cia que se repitió en alguna ocasión más. También se llevó una bronca tras una entrada a Gorosabel. Igual que les sucedió más tarde a Aduriz, Muniain o Williams, cada vez que eran o creían ser objeto de falta. Que no fueron pocas, dada la intensidad de la prueba.

Williams dio una gran alegría a la hinchada bilbaína con el tanto que adelantó a los leones nada más comenzar la reanudació­n. La afición guipuzcoan­a quiso responder jaleando a su afición. Pero la sólida versión rojiblanca fue aplacando los ánimos. Cada vez que se arrancaban los visitantes con un Athletic, eso sí, respondían con la fuerza que les daba la superiorid­ad numérica. Ya en la recta final, Aduriz fue pitado al retirarse del campo, después de que lo fuera un Berchiche que

La nutrida representa­ción de la afición rojiblanca disfrutó de lo lindo

Los capitanes Susaeta e Illarramen­di saltaron al campo sujetando la bandera tricolor

creía ser el que se iba. Al final, pese a las advertenci­as desde la megafonía, no se pudo evitar la invasión de aficionado­s al terreno de juego.

“¡Cuántos del Athletic!”

Casi dos horas antes del pitido inicial, ya había un buen número de hinchas de ambos equipos esperando para ver a unos pocos centímetro­s de distancia a sus ídolos en su llegada al Stadium Gal. Un joven seguidor txuri urdin no podía ocultar su sorpresa por la afluencia de elásticas rojiblanca­s en el exterior del campo: “¡Cuántos aficionado­s del Athletic!”. Lógicament­e, en territorio guipuzcoan­o, había mayoría local, pero la representa­ción de la hinchada bilbaína fue significat­iva.

El ambiente, como es normal todavía sin puntos de por medio y a falta de una hora para que el balón empezara a rodar, fue cordial. No faltaron las clásicas fotos de aficionado­s rivales entremezcl­ados. Aunque, sin demasiado ruido, también se escucharon los típicos comentario­s de pique entre vecinos.

El nombre más repetido en las camisetas rojiblanca­s seriegrafi­adas era el de Aritz Aduriz. El guipuzcoan­o, profeta entre los aficionado­s zurigorris de su tierra, también fue uno de los más aclamados al bajarse del autobús, aunque entre los gritos de apoyo se apreció cierto murmullo de los realistas. Munian y Williams también fueron jaleados

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