Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
‘PEPINAZO’ Y PESADILLA
El Barça cayó ante el colista Leganés pese a adelantarse con un gol de Coutinho y ya ha cedido cinco puntos en cuatro días El conjunto local sacó los colores a los culés en un segundo tiempo deplorable con tantos de El Zhar y Óscar Rodríguez
En sólo dos jornadas el Barça de Valverde ha dejado escapar cinco puntos frente a dos rivales teóricamente muy inferiores. Dos equipos que no están destinados, a priori, a luchar por las plazas de Champions. Y en sólo cuatro días Girona y Leganés han conseguido sendas proezas históricas para sus respectivos libros de oro. Ayer fue el Leganés, que había cerrado la jornada anterior como colista con sólo un punto, el que sacó los colores al Barça, que se durmió después de adelantarse en el marcador con gol de Coutinho y se dejó remontar por los madrileños. En dos minutos vibrantes liquidaron a un Barça deambulante, con goles de El Zhar y Óscar, y dejaron al conjunto de Valverde al borde de su primera crisis de verdad. Butarque ya no dejó escapar a la presa.
¿Por qué de pronto el Barça ya no resuelve sus partidos? Trabajo de análisis para Va lverde y el vestuario. Lo cierto es que el equipo culé, como ha sucedido a menudo en distintas fases de los encuentros en este inicio de temporada, tuvo en Butarque momentos de un dominio lento, rutinario, sin romper al rival, con pases horizontales y sin encontrar la chispa para desmontar el ordenado dispositivo de Mauricio Pellegrino, el ‘Longaniza’. Y entre longanizas y pepinos, al Barça se le indigestó el partido. Del mismo modo que en partido anteriores el equipo había reaccionado, el rival no le dio espacio ni oxígeno y los azulgrana, ayer de amarillo, no encontraron ideas. Y esta vez sin que el VAR hiciese de las suyas. Ante el Girona fue más que una excusa, porque condicionó mucho el partido. Ayer, en Leganés, no hubo disculpa alguna. Valverde continúa decidido a repartir los esfuerzos, pero esta vez lo hizo de manera más racional. Vermaelen, que acusó la inactividad y anduvo entre desubicado y despistado, y Munir, entraron por Jordi Alba y Luis Suárez. Un cambio como máximo por línea, en lugar de acumular las rotaciones en el centro del campo, de modo que el equipo no quedase descompensado. Buena idea, pésima ejecución: no cabe achacar el desastre a la alineación del ‘Txingurri’.
El duelo entre el líder y el colista, trece puntos en el casillero contra uno en el momento del saque, fue de entrada tan desigual como preveían las cifras. Un tiro cómodo de Coutinho desde la frontal materializó esa diferencia entre ambos equipos y Messi pudo aumentarla con un gran tiro que pegó en el poste.
Del control a la debacle
Pero el sopor del dominio del Barça, al trantrán, adormeció al propio Barça y el Leganés no se dio por vencido. Avisó con balones largos a En-Nesyri o con entradas por los laterales, con tendencia de los carrileros a subir en el 5-4-1 de Pellegrino. Probaron a Ter Stegen, sucesivamente, Juanfran, En Nesyri y Óscar, sin que el líder acertase a volver a encerrar a los colistas ‘pepineros’.
La voladura definitiva del partido y del orgullo barcelonista llegó al inicio del segundo tiempo, en que un Leganés aplicado y concentrado explotó las debilidades en los laterales de un Barça que seguía sin dar el ritmo adecuado al partido. Contragolpe de Silva por la zona de Sergi Roberto, centro y remate a gol de El Zhar por la de Vermaelen. Y, aún con el conjunto de Valverde tratando de recuperarse del jarro de agua fría, mal rechace de Piqué que se convirtió en asistencia de gol a Òscar. En dos minutos, el colista había dejado en evidencia al líder.
La reacción barcelonista llegó en forma de la entrada de Suárez y Malcom por Munir y Dembélé, cuya buena estrella parece caer en picado. ‘Pichu’ Cuéllar se lució en una doble intervención ante Coutinho y Suárez, pero el Barça no halló la forma de dar la vuelta al estado de ánimo del partido. Fue una reacción obligada, con el corazón, pero sin convicción ni frescura para derribar el muro de un Leganés crecido que apretó los dientes para aguantar hasta el final ante una parroquia enloquecida