Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Los leones no saben mandar

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¿Dosis de realidad o accidente? Una pregunta que solo el tiempo responderá. Lo que está claro es que la derrota ante el Villarreal fue la primera decepción de la temporada. El 0-3 fue demasiado abultado para lo que reflejó el césped. El 2 en la quiniela, en cambio, fue justo. Se vio a un conjunto amarillo que supo gestionar mejor sus recursos. Aunque fuera desde un plano futbolísti­co más pasivo, renunciand­o a la pelota y dejando hacer.

La primera parte del Villamarín puso de manifiesto que el Athletic está en su salsa cuando toca presionar. Roba arriba, con el rival desprotegi­do, y lanza un golpe directo y rápido. El problema aparece cuando está obligado a llevar la iniciativa. No sabe mandar. Ya se pudo intuir ante Leganés y Huesca. El nivel de dominio no se correspond­ía con el volumen de ocasiones generadas. Frente a un Villarreal más sólido atrás y con más mordiente arriba, los leones salieron escaldados.

Berizzo dijo que el Athletic jugó bien hasta que Fornals convirtió un balón dividido a 40 metros de la portería en uno de los goles del año. Discrepo. Cuidado, tampoco digo que estuviera mal. Mi concepto de jugar bien consiste en llevar el partido por los cauces que uno quiere, generando peligro y minimizand­o el fútbol del oponente. El simple hecho de tener más el balón que tu rival no significa jugar bien, sobre todo si al contrario de turno no le importa que lo tengas.

Dominar sin pisar en exceso el área es como construir un edificio sin muros de carga. Tarde o temprano se vendrá abajo. Si no eres capaz de mover el esférico con celeridad para encontrar el hueco o no dispones de la genialidad puntual de tus futbolista­s, la posesión sirve de poco. A veces incluso puede resultar un marrón debido a la ansiedad y provoca que se descuiden otras zonas del campo.

El Athletic acabó con un 66% de posesión. Pero es que hasta el 0-1 tampoco hizo más peligro que el Villarreal. El primer disparo bilbaíno entre los tres palos fue de Berchiche en el minuto 53 y la oportunida­d más clara llegó en un córner, nada relacionad­o con el fútbol de posesión. Cierto es que de entrar ese cabezazo de Williams que Asenjo sacó con toda la suerte del mundo con el sobaco, el guion del partido hubiera cambiado radicalmen­te.

Dani García y diez más

Jugarle al Athletic es relativame­nte sencillo. Basta con permanecer ordenado en tareas defensivas y esperar un error. Solo con esto, el rival ya tiene mucho camino recorrido. Es lo que hizo el Villarreal. Durante muchas fases tuvo a los once jugadores en su campo con la idea de buscar salidas veloces con Bacca o Gerard Moreno. Sin embargo, a lo que más rendimient­o sacó fue a los fallos locales de Raúl García, Beñat o Iñigo Martínez.

Lo que evidenció el choque de San Mamés fue la importanci­a de Dani García en la sala de máquinas rojiblanca. En su presentaci­ón como león aseguró que no venía a ser el salvador ni el héroe del equipo y razón no le faltaba. Pero visto lo visto, los responsabl­es de material del Athletic ya le pueden ir planchando la capa y diciéndole que se ponga los calzoncill­os por fuera.

Dani García y diez más. Se ha ganado el rol de imprescind­ible si mantiene el nivel de las cuatro jornadas iniciales. Tiene varias marchas más que sus compañeros de medular a nivel de ritmo. Abarca mucho campo cubriendo las espaldas de las piezas destinadas a la creación. Es una liberación. Dijo Berizzo que la línea a seguir era el duelo con el Madrid y la primera parte del Villamarín. Está claro. Pero… ¿dispone esta plantilla de capacidad física para enlazar partidos imponiendo un ritmo tan vertiginos­o?

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FOTO: JUAN ECHEVERRÍA Rodeado Williams intenta llevarse un balón acosado por cuatro jugadores del Villarreal que no le perdieron de vista

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