Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Cuatro testarazos de órdago

El navarro estuvo a punto de empatar de cabeza, facilitó el gol de la igualada del de la Txantrea y provocó que el retorno del donostiarr­a a Vallecas acabara mejor

- Ramón Suso

Parecía que ayer era el día de Unai López. El donostiarr­a regresaba al estadio en el que la pasada campaña se convirtió en uno de los ídolos de la afición del Rayo, ya que fue pieza clave en el ascenso a Primera que logró el cuadro madrileño.

Berizzo volvió a confiar en él, al igual que en Ipurua, para suplir la ausencia de Beñat, pero el retorno del centrocamp­ista donostiarr­a a Vallecas tuvo dos partes bien diferencia­das. No terminó de encontrars­e a gusto en el campo durante la primera mitad, en la que como el resto de sus compañeros estuvo bastante perdido y desubicado sobre el césped. Casi se dedicó más a tratar de cerrar vías de agua cuando los jugadores del Rayo se lanzaban al ataque que a intentar organizar el juego ofensivo de los leones, una misión que quedó en manos de Muniain.

Tras el descanso, con el equipo rojiblanco más enchufado, Unai López fue otro. Participó mucho más en el juego, combinó con más acierto e incluso realizó algún cambio de juego con enorme calidad. En estos segundos 45 minutos se pareció por momentos al jugador que brilló la pasada campaña en el Rayo.

Pero la clave para que jugadores como Unai López o Muniain pudieran en la segunda mitad sentirse mucho mejor en el campo fue la entrada de Raúl García. El navarro, que no era suplente desde el partido de la primera jornada de Liga contra el Leganés, sustituyó a Williams en el descanso y a pesar de jugar algo escorado al costado izquierdo se convirtió en el verdadero futbolista del encuentro para el Athletic.

Revitalizó al conjunto rojiblanco, peleó todos los balones como siempre y pisó área con mucho peligro. Con su empuje y casta resultó clave para que el cuadro bilbaíno fuera capaz de igualar el marcador e incluso se convirtier­a, por momentos, en candidato a la victoria.

En un visto y no visto, Raúl García revolucion­ó el encuentro. Y lo hizo con una de sus mejores cualidades, el remate de cabeza. Fueron cuatro testarazos contra la portería rayista que cambiaron el signo del choque e incluso pudieron haber servido para que los tres puntos se hubieran venido para Bilbao.

En el minuto 47 un cabezazo de ‘Rulo’ tras un saque de córner obligó al meta local, Alberto, a realizar un gran despeje para evitar el tanto rojiblanco.

Solo dos minutos después, Aduriz centró con acierto desde la derecha y de nuevo Raúl en el segundo palo cabeceó por encima de Advíncula para que volviera a despejar el arquero franjirroj­o.

En el minuto 53, tuvo que recular para frenar un avance peligroso de Imbula en falta, lo que le costó una cartulina amarilla que, si el Comité de Apelación no le quita la tarjeta que vio en Eibar, le coloca al borde de la sanción, como Yeray y Dani García.

Cinco minutos después, la historia se repitió. Nuevo córner a favor del Athletic y otro testarazo de Raúl que salva Alberto.

Muniain es con cuatro tantos el pichichi del equipo rojiblanco en la actual campaña

Premio a la perseveran­cia

Y en el minuto 66 tanta insistenci­a tuvo premio. En una acción de ataque del cuadro rojiblanco se produjo un despeje fallido de Advíncula, Raúl le dio una patada al aire al tratar de rematar, pero ganó la acción al lateral peruano y cabeceó con intención estrelland­o el balón en el poste. Muniain, que llegaba al remate y fue derribado por un defensor local en un más que posible penalti, se revolvió desde el suelo y mandó el esférico a las mallas.

Era el cuarto gol del mediapunta navarro, que de momento es el pichichi rojiblanco en la actual campaña. Su tanto ante la Real solo sirvió para empatar de forma momentánea, pero ayer, como ocurriera contra Leganés y Real Madrid hizo otro gol que valió para sumar. El de la Txantrea está en camino de superar sus mejores registros realizador­es en Liga, los siete tantos que marcó en las temporadas 2013-14 y 2016-17

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FOTO: J. A. SIRVENT Sufridor A Unai López le costó entrar en juego, como al resto del equipo, por la gran presión del Rayo, pero en la segunda parte participó más y se le vio suelto

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