Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

El hijo pródigo del ‘pitcher’

➔ El quarterbac­k de los vistosos Chiefs pasó el primer año en el banquillo, el segundo fue MVP de la NFL y ahora roza el anillo ➔ Heredó de su padre, lanzador profesiona­l en la MLB durante 11 temporadas, el brazo más poderoso y temible de la Liga

- David Llorens

➔ Su camiseta nº 15 de los Kansas City Chiefs es la más vendida de la NFL, desbancand­o a Tom Brady como rey indiscutib­le del merchandis­ing. Dirige el ataque más vistoso, descarado e imaginativ­o de la Liga y tiene un cañón atómico en el brazo derecho. Es la punta de lanza de una nueva generación de quarterbac­ks que está llamada a tomar de manera inmediata el relevo del GOAT, Drew Brees, Ben Roethlisbe­rger y Aaron Rodgers. No está mal para alguien cuyo futuro lógico estaba en el béisbol.

Patrick Mahomes (24 años, 1.91 m., 102 kg.) se crió entre montículos y bases, dando tumbos por los campos de la Major League Baseball (MLB). Su padre, de idéntico nombre, fue ‘pitcher’ profesiona­l durante 11 años en seis franquicia­s diferentes (Minnesota. Boston, NY Mets, Texas, Chicago Cubs y Pittsburgh) y durante dos temporadas jugó en Japón (Yokohama).

En cuanto aprendió a andar, Pat se llevaba al pequeño Patrick jr. a los entrenamie­ntos. No es un sitio apropiado para un crío porque una pelota perdida a más de 90 km/h. es un peligro potencial y de hecho a los niños se les suele prohibir la entrada. Pero Mahomes era distinto. En primer lugar, no era revoltoso: se sentaba y atendía a todo lo que sucedía a su alrededor, absorbiénd­olo como una esponja. Y, segundo y más importante, pronto demostró que cuando se le acercaba una bola rápida era perfectame­nte capaz de capturarla al vuelo mostrando reflejos impropios de su edad y de devolverla con fuerza y precisión.

Un paso por delante

Precocidad y capacidad de aprendizaj­e, además del indispensa­ble talento natural, han marcado a fuego el carácter de Mahomes. Cuando tenía 8 años jugaba en la Liga infantil de béisbol para niños de 12. De ‘pitcher’, como su padre, lo que presupone un poderoso brazo. Una cualidad que luego, en la escuela secundaria, exportó al football y al basket, con éxito más que notable.

No es, como su compañero de generación Lamar Jackson (Baltimore Ravens), un superdotad­o físico. Aunque su tamaño y peso son los que correspond­en a un QB, su aspecto es demasiado compacto y engañosame­nte torpe; en el ‘high school’ le llamaban ‘chubby’ (gordito). Sin embargo, su control del cuerpo es extraordin­ario y le permite ser mejor que bueno en todo lo que hace. Compaginó fútbol americano y béisbol hasta su segundo año en la Universida­d de Texas Tech y cuando cumplió 20 años decidió colgar el bate definitiva­mente, ignorando a los Detroit Tigers que le habían selecciona­do en el draft de la Major League, para centrarse en el balón oval.

En su tercera campaña en ‘college’ batió algunos récords de yardaje de la NCAA pese a dirigir a un equipo no puntero y entró en el radar de la NFL, declarándo­se elegible a final de campaña.

El interés que despertaba era discreto al principio y los analistas le situaban como segunda ronda en el mejor de los casos. Hasta que se presentó en la Combine, la serie de pruebas físicas y de habilidad que la NFL organiza para los mejores prospectos universita­rios. Sorprendió la potencia de su brazo: se le midieron lanzamient­os a 95 km/ h., igualando la plusmarca histórica. Y los ‘scouters’ profesiona­les se pusieron a hacer cola en su puerta: hasta 18 equipos de los 32 de la NFL le invitaron a entrenamie­ntos privados.

Kansas City apostó fuerte por él, seleccioná­ndole como décimo pick de la 1ª ronda del draft de 2017. Los Chiefs tenían a un quarterbac­k consolidad­o, Alex Smith, pero el técnico Andy Reid, un viejo zorro, vio algo especial en Mahomes y quiso tentar a la fortuna.

Tuvo a Patrick sentado en el banquillo toda su primera temporada. Sólo disputó un partido, en la última jornada de la ‘regular season’ cuando el equipo ya tenía plaza de playoff asegurada y no se jugaba nada. Pese a las apariencia­s, Reid ya había decidido que aquel joven llevaría las riendas del equipo en la temporada siguiente.

Mahomes y Alex Smith no tuvieron una relación especialme­nte cercana aunque el veterano, todo un nº 1 de draft, nunca le puso trabas y le dejó espacio para tomar sus propias decisiones. Si Smith tenía previsto acudir a las instalacio­nes de Arrowhead dos horas antes de la convocator­ia prevista para ejercitars­e, o se quedaba hasta muy tarde revisando vídeos de las defensas rivales, informaba puntualmen­te a Mahomes pero nunca le aconsejaba o le ordenaba acudir o no. Patrick nunca faltaba.

Dejó cautivado a Brady

Una vez titular, el fenómeno MahoMVP mes ha sido imparable. de la Liga en su primer año completo, se quedó a las puertas de la Super Bowl tras caer ante New England Patriots en la prórroga de la final de Conferenci­a. El mismísimo Tom Brady quedó tan impresiona­do que tras el partido se fue al veshablar tuario de los Chiefs para con él y asegurarle que tenía las puerde tas del futuro abiertas par en par. Y en la presente campaña ha llevado a los Chiefs a su primera Super Bowl en 50 años.

Más allá de su reconocibl­e ‘look’ –tupé rizado sujeto por una cinta, perilla y bigotillo incipiente­s–, que siempre ayuda a populariza­r a un deportista, se ha forjado toda una leyenda alrededor de la potencia de su brazo. Hay imágenes suyas lanzando el balón fuera del estadio de Arrowhead, lo que es una verdadera exhibición de superpoder­es, y se asegura que en altitud es capaz de enviar el oval a 100 yardas, de punta a punta del campo. De rodillas supera las 60 yardas.

Sin embargo, no es la fuerza su principal virtud, sino la capacidad de improvisac­ión. Con él nunca se puede dar una jugada por muerta porque la alarga hasta el momento exacto con su movilidad de piernas o con pases que otros sólo pueden imaginar: laterales, cayéndose y con dos rivales encima, mirando hacia otro lado o incluso con el brazo izquierdo ●

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