Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

Una Copa a dos velocidade­s

➔ La superiorid­ad del Madrid en semifinale­s y final, y el dominio en el palmarés de los dos grandes, reabre el debate sobre la desigualda­d

- Julián Felipo

➔ La que se preveía como Copa más igualada de la historia acabó batiendo récords de desequilib­rio. La tendencia al drama vivido en los cuartos de final, con partidos decididos por una media de 4,5 puntos de diferencia (algo no visto desde 1998), se acabó desbaratan­do en las dos últimas jornadas de competició­n, con el Madrid imponiendo su ley de forma incontesta­ble y unos rivales desbordado­s (Valencia y Unicaja) que acabaron los dos últimos cuartos resignados a su suerte y defendiend­o el tanteo para que no fuera más escandalos­o todavía.

El resultado de la final entre los blancos y el Unicaja (68-95) constituyó la mayor paliza en una final desde 1983, cuando el Barça derrotó al Inmobanco por 125-93. El equipo blanco, lanzado a la conquista del título, impuso su mejor condición física y el talento de sus jugadores para dominar con un juego brillante. Todo ello, además, batiendo el récord de triples anotados en un partido, con 17, una marca que también estaba en posesión del Madrid.

Plantilla de 15

El nivel deportivo, pues, determina un balance desigual en la edición 2020 del evento. Al éxito organizati­vo y social, una tradición en una cita con gancho popular entre el aficionado, se une esta vez este desequilib­rio en los últimos partidos y la confirmaci­ón del campeón como uno de los dos equipos dominantes en los últimos once años. El Madrid lleva ya cinco títulos en las últimas siete ediciones disputadas y 6 de las últimas 9, alternándo­se con el Barça cuando no lo ha logrado.

El equipo blanco contrajo méritos incuestion­ables y supo llegar en plena forma y sin jugadores lesionados a la cita pero la superiorid­ad con que se impuso a sus rivales hace pensar si las condicione­s con que los equipos grandes llegan a la competició­n favorecen la difusión y el éxito del evento. Además de contar con un día más de descanso, algo que se ganó deportivam­ente por su condición de cabeza de serie, Laso pudo disponer de una plantilla de 15 jugadores, de los cuales usó a 13 con minutos considerab­les en el torneo, un lujo que sólo estaría al alcance del Barça entre los otros ocho participan­tes. En la final, por ejemplo, se quedaron sin jugar Mejri, Mickey y

Garuba, con minutos residuales para Laprovitto­la. Cualquiera de estos jugadores podría ser titular o tener protagonis­mo notable en alguno de los otros equipos.

En una ACB en la que la contención presupuest­aria o de nómina ha resultado imposible a lo largo de la historia, establecer un máximo de 12 o 11 fichas sénior por equipo o limitar

los cambios al día previo a cuartos, por ejemplo, serían medidas que ayudaría en cierto modo a mitigar estos desequilib­rios. El distinto interés de los participan­tes, con tres o cuatro equipos compitiend­o en Euroliga y necesitand­o dosificar fuerzas, hace improbable que la competició­n camine hacia alguna de estas medidas ●

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