Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)

El secreto de Pau Capell está en la cocina

➔ Ha finalizado dos años seguidos al frente de la clasificac­ión del Ultra Trail World Tour

- Celes Piedrabuen­a

➔ Con las manos en la masa. En un fogón una sartén con un par de hamburgues­as veganas, al lado una cazuela con pasta hirviendo en agua a fuego lento y encima del mármol un plato con verduras listo para acompañar. Pau Capell (Sant Boi de Llobregat, 10 de septiembre de 1991) acaba de llegar de la sesión matinal de entrenamie­nto y se está preparando la comida. Mientras lo hace, recuerda cómo ha variado su alimentaci­ón desde que hace cuatro años recibió un mensaje directo a través de Facebook de la nutricioni­sta Anna Grífols. El campeón tres veces de la Transgranc­aria, del Ultra Trail del Mont-Blanc y doble ganador del Ultra Trail World Tour, el prestigios­o circuito mundial de carreras de montaña, recuerda como si fuera ayer la primera vez que acudió a la oficina de la que acabaría siendo su actual nutricioni­sta. “Me

Desde hace cuatro años trabaja con la nutricioni­sta Anna Grífols

pesó en una máquina y me dijo que había que bajar el peso, que pesaba demasiado, pero me tranquiliz­ó al decirme que no lo haríamos de un día para otro y que no me supondría un gran esfuerzo”. Con sus 170 centímetro­s, entonces pesaba 69 kilos y ahora está en 62, siete kilos de diferencia que “antes pensaba que eran buenos. La clave es disponer de energía cuando la necesitas”, apunta.

Antes de apagar la vitrocerám­ica, Pau reconoce que el plan nutriciona­l de Anna Grífols le cambió la forma de ver el día a día. Desde que se puso en sus manos no ’pica’ entre horas, come mejor y es mucho más consciente de lo que se lleva a la boca. “Como cuando tengo que hacerlo y disfruto comiendo, aunque reconozco que lo que más me costó fue dejar las buenas meriendas que hacía. Yo era mucho de ir a la cocina y arrasar con el pan y el fuet. Lo reconozco, comía más de la cuenta”, y este exceso es una carga demasiada pesada en un atleta de élite como Pau Capell.

Como es lógico, el plan nutriciona­l varía en función de la época del año y del programa de carreras, pero, por ejemplo, en un día de entrenamie­nto largo no se corta con los desayunos: 110 gramos de pan con tomate y jamón ibérico, dos cafés con leche y un yogur con miel y frutos secos. Tras esta ingesta, espera media hora y sale a entrenar, unos 40 kilómetros. A su regreso, y para comer, puede elegir de todo, ya sean ensaladas, pollo o legumbres, eso sí, todo a la plancha y de fácil digestión. Al acabar, otro yogur y un café. La merienda es optativa, en función del día, y la cena, sobre las 21.00 horas, puede ser a base de puré de verduras o pescado a la plancha. Y, antes de irse a dormir, un vaso de leche para hacer el pleno. Normalment­e suele beber agua con gas, pero antes o después de comer, no durante la comida. Tiene prohibida la Coca-Cola normal, quedándole la opción de la Zero, no toma nunca vino y de vez en cuando se permite el lujo de una cerveza, en “ocasiones muy especiales”, y alguna cerveza con limonada los sábados.

A la vista de sus resultados está que este plan le ha funcionado a las mil maravillas, sumando, eso sí, un gran talento natural y muchas horas de sacrificio. Él siempre dice que la clave de sus éxitos está en el disfrute que le aporta correr por la montaña, pero destaca que nadie le ha regalado nada. “Me lo he trabajado mucho. Desde los 20 años –ahora tiene 28– que empecé he ido paso a paso, siempre con los pies en el suelo. Entreno cada día entre cuatro y cinco horas, y el que piense que lo que he logrado es fácil de conseguir se engaña, se pueden contar con los dedos de una mano las personas que pueden vivir de esto”, advierte.

Sin duda, Pau Capell es un afortu- nado. Muchos pagarían por traba- jar en su oficina cada día, en la cual ni pensaba pisar a menudo cuando jugaba a fútbol sala en el Club de Fútbol Sala de Sant Boi de Llobre- gat, pero un día, en un giro inesperado ante el portero, se le quedó la pierna enganchada., fracturánd­ose el cruzado y el menisco. El médico le recomendó que corriera por la mon- taña para fortalecer las articulaci­o- nes y él experiment­ó una sensación “única, jamás vivida, la libertad to- tal”. Sus primeras zancadas llega- ron un mes de octubre y en mayo ya hizo su primera ultra trail. “Me en- ganché. Fue amor verdadero ●

Llegó al trail running tras romperse el cruzado y el menisco jugando a fútbol sala

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