Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
La familia por delante de todo
➔ Bronce olímpico en Río 2016, ahora Carlos Coloma contempla con expectación el desarrollo de la temporada, rodeado de los suyos
➔ A medida que uno se va haciendo mayor va cambiando el orden de prioridades de su vida y ésta ya no la contempla con los mismos ojos que años atrás. Una ‘evolución’ por la que pasamos todos y que no es ajena a un deportista de élite, y mucho menos a un medallista olímpico –bronce en Río 2016– como Carlos Coloma, que lleva dándole a los pedales por la montaña desde que era un crío y que ya se asentó en la élite del mountain bike internacional al proclamarse campeón del mundo en 1999. Más de 20 años de dura y gratificante carrera deportiva, en la que ha abrazado la gloria –con los bronces del Europeo de 2003, del Mundial de 2001, siempre en team relay, o con el bronce de los Juegos de Río, al que hay que sumar el diploma olímpico de Londres 2012, por no hablar de los dos títulos de campeón de España, en sus muchos éxitos–, pero en los que también ha mordido el polvo, especialmente con la lesión en el hombro en 2013 que casi lo retira.
Pero si algo ha tenido y tiene este riojano universal es una capacidad de sacrificio y de trabajo encomiables. Hoy, el de Albelda de Iregua es una persona y un corredor maduro, que se encuentra en la recta final de su carrera y que, pese al nerviosismo que suele afectar a la mayoría de deportistas cuando tienen que encarar este vacío, muestra una madurez inusual. Feliz padre de dos niños, ‘Colo’ sabe que por más que la vitalidad aflore por los poros de su piel no es un chaval de 20 años. En 2021 tendrá 39 años y estará falto de explosividad. No esconde que el aplazamiento de los Juegos de Tokio “me ha trastocado los planes. El año que viene ya iré para los 40 y me afecta en cómo tenía estructurada mi vida para esta temporada en la que iba a ser mi último año en la Copa del Mundo”, pero también sabe que ante la pandemia del coronavirus hay otras prioridades y que por fortuna este aplazamiento le coge con los deberes hechos.
Hay veces que los bikers pueden aparentar estar hechos de otra pasta, pero no es así, y Coloma no puede disimular los reveses que le ha dado la vida, como cuando perdía a su querido abuelo. Le partió el alma. Sólo quien ha asimilado un dolor que no se visualiza puede afirmar que “ahora hay cosas más importantes que el deporte. Hay gente que se está muriendo y a muchas personas les va a costar recuperarse a todos los niveles. Ves a amigos cómo se les mueren los familiares y no pueden despedirse. Nosotros cuando perdimos a mi abuelo estuvimos cinco días con él y le dimos un entierro como Dios manda. Si me hubiese sucedido ahora, hubiera sido durísimo”. Sabe por otro lado ‘Colo’ que son muchos los peajes que ha pagado su cuerpo y que los jóvenes vienen pisando fuerte. A diferencia de otros deportistas –y tal como hizo Hermida
en su día– Carlos no va a sacar el codo para que los ‘herederos’ no vuelen alto, al contrario. “Puede que me anime a intentarlo y seguir otro año, pero sólo si no hay nadie que pueda dar garantías en los Juegos. Si veo que Pablo (Rodríguez) o Jofre (Cullell) tienen más capacidad que yo sería absurdo que me interpusiera”. En este caso, se echaría a un lado con naturalidad y les animaría, centrándose en disfrutar de su familia y en dirigir el destino de su equipo (BH-Templos Café) y la carrera deportiva de dos de los integrantes de su formación, como son Pablo Rodríguez y Rocío del Alba, de la que es su mentor.
Mientras, y a la espera del regreso de la competición, Carlos no se descuida y sigue ejercitándose con esmero. “Gracias a Dios vivo en el campo y tengo montado en casa un pequeño centro de operaciones” ●