Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Heurtel: “Estoy listo para volver a competir”
El base francés del Barça Thomas Heurtel ha vivido una temporada de sobresaltos por las lesiones. En agosto sufrió una rotura parcial del tendón rotuliano de la rodilla mientras preparaba el Mundial de China con su selección, Francia. Regresó en enero pero otra lesión, esta vez esguince de tobillo, le dejó fuera de la Copa.
Ahora está preparado para competir, pero no hay basket debido al parón provocado por el coronavirus Covid-19. Asegura el galo que “físicamente me siento perfecto, estoy listo para volver a competir, pero nos encontramos en esta triste situación. Pero me siento bien a nivel físico y mental y espero que todos los aficionados también”, señala Heurtel en una entrevista a los medios de su club, el FC Barcelona
Tras tanta baja personal por los problemas físicos, reconoce que “es
Thomas Heurtel
Esta temporada estaba siendo difícil para mí. Ya tendremos tiempo de volver a disfrutar del baloncesto”
frustrante no poder volver a jugar ahora. Esta temporada estaba siendo difícil para mí y estaba listo para volver con el equipo la semana en que se decretó el estado de alarma. La situación es la que es y nos tenemos que quedar en casa y ya tendremos tiempo de volver a disfrutar del baloncesto”.
Hay una compensación al confinamiento en casa, que “puedo ver crecer a mi hijo”. Como señala, mantener la forma y disfrutar de la familia son el remedio casero al cierre decretado por el estado de alarma. “Cada día me ejercito en el gimnasio y luego intento disfrutar de la familia, con mi hijo, porque durante la temporada estamos en el pabellón o viajando y eso es lo positivo: poder ver crecer a mi hijo y estar con la familia”, se sincera Heurtel, que mandó un mensaje especial de “gratitud y apoyo a todos los sanitarios” que luchan contra esta epidemia ● ➔ ‘Cenicienta’ es el nombre de un cuento popular que ayudó a popularizar Charles Perrault, pero también es un concepto para aludir a esos equipos de la NCAA, la apasionante y siempre sorprendente competición universitaria estadounidense, que están lejos de ser considerados como favoritos, pero que dan una sorpresa tras otra hasta conseguir hacer historia.
Probablemente el caso más claro se vivió en 1983 con North Carolina State, un equipo dirigido por el entrenador Jim Valvano que dio una campanada legendaria y se proclamó campeón de la NCAA en 1983, algo que en el basket español sólo se puede equiparar posiblemente con aquel TDK Manresa campeón de 1998.
En una época en la que la competición estaba dominada por mitos como Michael Jordan, Ralph Sampson, Pat Ewing, Akeem (después Hakeem) Olajuwon, Sam Perkins o Chris Mullin, North Carolina State se basaba en los modestos y desconocidos Dereck Whittenburg, Thurl Bailey, Sidney Lowe y
Lorenzo Charles. Sin embargo la fe, la energía y la constancia de Valvano eran contagiosas.
Ya el día de su presentación como entrenador del equipo dejó a todos mudos diciendo “vamos a ser campeones”. Y durante la temporada dedicaban tiempo en los entrenamientos acortar las redes de la canasta, ese acto típico y simbólico que se suele hacer cuando se gana el título. Quería que sus jugadores lo visualizaran y lo desearan.
En la temporada 1982-83 se clasificaron de milagro para los playoff por el título, pero una vez ahí los dos primeros cruces los ganaron con finales dramáticos y canastas ‘in extremis’ hasta conseguir colarse en la Final Four de la competición, algo que dejó alucinados a los aficionados estadounidenses, que en la época del ‘March madness’ (la locura de marzo) se vuelven absolutamente locos con esta competición.
“Cada día, en todos los órdenes de la vida, la gente ordinaria hace cosas extraordinarias”, repetía Valvano en sus charlas no sólo ante jugadores sino posteriormente frente a audiencias que quedaban cautivadas con su fe.
La gran final fue ante la poderosa universidad de Houston de Olajuwon y Drexler, un equipo temible apodado ‘Phi Slama Jama’ por la gran cantidad de mates que hacía. North Carolina State, sin embargo, logró ganar en un choque agónico que se resolvió con una canasta al límite de Lorenzo Charles (54-52).
El locutor enloqueció: “¡El equipo cenicienta lo ha conseguido! ¡El zapato de cristal ha entrado!”. A veces, los sueños más imposibles se cumplen ●