Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Guardiola se harta de Klopp
➔ Respondió a las quejas de su colega, que dijo por error que el City tuvo dos semanas de descanso
➔ Ha tardado en hacerlo pero al final se ha prendido la mecha entre Guardiola y Klopp, una relación a la que le ha pasado factura el paso del tiempo y también la rivalidad. Nunca han sido amigos pero pocas veces se han salido del guion, marcado por el halago de un lado y del otro. Sin embargo, ayer el de Santpedor dijo basta, harto de que su colega insinuara que el City ha tenido dos semanas más de descanso que el resto: “Se equivoca. Que vuelva a mirar el calendario”, sugirió Pep.
Afectado por el brote que se produjo en el vestuario, el cuadro de Manchester no pudo presentarse en Goodison Park el 28 de diciembre para jugar ante el Everton. La CFA, que da nombre al complejo deportivo del City, tuvo que cerrar sus puertas de inmediato para ser desinfectado. Y apenas una semana después disputó su compromiso contra el Chelsea. No dos: “Creo que estuvimos dos meses parados. ¿O fueron tres? ¿O... cuatro?”, respondió con sorna Guardiola.
De hecho, se presentó en Stamford Bridge el 3 de enero con ocho ausencias del primer equipo: algunos dieron positivo y otros tuvieron que quedarse en casa y guardar cuarentena. A pesar de que negó sentirse irritado, al entrenador del City no le hizo gracia la queja de Klopp: “Estoy sorprendido porque pensaba que no era como otros”, comentó en rueda de prensa. Mañana va a hablar con él.
Un encuentro capital, sobre todo porque una derrota puede descartar al Liverpool de la carrera: “Tenemos que pensar en sumar y en abril o en mayo plantearemos si podemos revalidar la Premier o no”, subrayó Jürgen, al que -aparentementeno le inquieta demasiado estar a siete puntos de un City que también mira al corto plazo sin precipitarse. Nueve triunfos de manera consecutiva en la liga avalan su candidatura, pero por ahora Guardiola no va a permitir que nadie se deje llevar por el triunfalismo.
El City no gana en Anfield desde 2003, una eternidad para un equipo sin suerte cada vez que pisa esa cancha: “Jamás he preparado un encuentro para empatar. Esta vez tampoco”, aseguró Pep, que quizá está ante su mejor oportunidad en años. Sin el aliento de su gente, el Liverpool se siente más desprote- gido. Y las cifras no engañan: tras casi cuatro años sin perder en casa en Premier ha encajado dos derro- tas consecutivas frente al Burnley y el Brighton. Inaudito.
Klopp tiene que dar con la tecla ahora que el Liverpool ha perdido entusiasmo. Programado para ga- lopar, se encuentra en una encru- cijada porque le cuesta ser deter- minante cuando ataca en estático. Al campeón no se le concede el es- pacio sino la pelota, encallado al- rededor de Thiago. Contra el City tiene el mejor escenario para bri- llar y reivindicarse en un equipo que necesita un triunfo que le dé esperanza ●
El Inter de Milán tiene pegada. Eso demostró ante la Fiorentina, que compitió en la primera parte pero aguantó el chaparrón en la segunda (02), con el portero Dragowski como su mejor jugador.
Con Lautaro Martínez en el banquillo, Barella se llevó todas las miradas. Y fueron justificadas. A los pocos minutos Dragowski, con un paradón, evitó su gol, aunque nada pudo hacer en la siguiente. El centrocampista la cazó en la frontal y la puso en el palo largo (31’). Antes de eso la tuvo la Fiorentina. Primero el palo a tiro de Bonaventura y, en el rechace, paradón de Handanovic a disparo de Biraghi. Eso fue lo que dio de si el primer tiempo, en el que los de Prandelli llevaron la batuta varios minutos. La broma terminó tras el descanso. Lautaro entró por Alexis y la película cambió totalmente. Ataques verticales del Inter hasta que por la derecha entró Achraf como una exhalación y este vio a Perisic en el segundo palo, que marcó a placer (52’). A partir de entonces, los de Conte las tuvieron de todos los colores. Gagliardini, Bastoni, Perisic, Skriniar, Lautaro... pero Dragowski y la falta de puntería impidieron una goleada ●
“Pensaba que Klopp no era como otros”, dijo ayer Pep, que no se mordió la lengua