Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Revolución en tiempos de Covid
a Superliga Europea que ha provocado un terremoto en el fútbol de la noche a la mañana no ha sido un calentón de doce clubs poderosos que han decidido de forma irreflexiva montarse un cortijo para hacer y deshacer a su antojo y repartirse los muchos millones que están seguros de generar propiciando cada año un montón de partidos 5 estrellas. Es un proyecto que se ha ido larvando a medida que la ahora ofendidísima UEFA iba haciendo oídos sordos a las reivindicaciones de estos grandes en apuros. El organismo europeo se ha hecho de oro gracias a clubs y selecciones mientras los que pagan a los cracks han ido ingresando menos de lo que creen que merecen. Una UEFA a la que estos grandes clubs, en claro riesgo de quiebra, han pedido ayuda tras ser golpeados por la pandemia, por ejemplo flexibilizando el fair play económico. La respuesta de Ceferin fue de fría indiferencia y ahí los grandes decidieron echarse al monte. Y armas tienen. Hacer una Liga casi cerrada con clubs fijos es feo porque va contra el espíritu competitivo, contra el axioma “que gane el mejor”. Porque si un día el Athletic gana la Liga no jugará la Superliga pese a ser el mejor de su campeonato. Pero aquí todo el mundo mira por lo suyo y Barça y Madrid se deben a sus socios y los grandes ingleses e italianos tienen propietarios que están palmando un dineral por el Covid. Sin pandemia, quizás la Superliga habría llegado en 10 años como evolución de la Champions. Pero al ser tiempo de penurias, lo que ha habido es revolución. Por cierto, a ver lo que tardan Bayern y PSG en subirse al carro ●