Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Ni Champions ni leches, la Copa
Es curioso. En Liga estamos como nunca, quintos, goleando y peleando por la Champions, pero en Bilbao ahora solo tenemos ojos, corazón y cerebro para la Copa. E Mañana es el día, es la noche, es el rival. A todo o nada.
Bilbao se siente diferente y faltan más de 24 horas. Mañana olerá a Copa, a bocata de tortilla, a bufanda sin lavar -la de la suerte-, a la camiseta rojiblanca que llevas al curro y que heredaste de tu padre. El botxito se ve distinto días como estos. Son jornadas especiales, emocionales. De consumo interno. Para los de casa.
Te levantas de la cama con el despertador, pero sin protestar. En la cara llevas la emoción tatuada a fuego. Son los Reyes, pero los del balón. Es el día de la ilusión, de los deseos por cumplir. Estos días todos somos jugadores del Athletic. Desde aitites a niños, pasando por todos aquellos que ni le dábamos a un balde.
En el metro, sarampión rojiblanco, como en la oficina y en la ikastola, como en la pescadería. Las banderas en las ventanas, en las terrazas, en las fachadas. Para no perdernos, miguitas en dirección al campo, al templo.
Esta vez, primero con parada en el Metropolitano madrileño. Que sí, que ya lo sé. Que Simeone nos gana siempre desde hace trece años. Y qué. Hace unas semanas les pasamos por encima. Y las bolas -balones en este caso-, como en el sorteo del Gordo, vuelven a estar todas en el bombo. Quién nos niega la posibilidad de romper la racha de los colchoneros de veintitantos partidos sin perder en su estadio.
El partido de mañana es el que todos queremos vivir, el partido soñado cuando te calzas tus primeras botas. Menuda papeleta tiene Txingurri para dejar a nuestro Salvador Simón en el banquillo. Más que calentar, hoy Valverde tendrá que enfriar los ánimos.
Métanse pronto en la cama, den betún a los zapatos y dejen un calcetín. Pidan con los ojos cerrados un deseo. Coincidiremos. El Athletic ganará por los que ya no están y por los que aún vibramos. Estiren bien la vieja camiseta, la de la suerte y entonen su grito de guerra. ¡A por ellos! ●