Mundo Deportivo (Bizkaia-Araba)
Nada que ver con el estilo Athletic
San Mamés disfrutó el jueves de una mágica noche de fútbol que un reducido grupo de violentos trató de reventar fuera y dentro del campo. No hay que confundir la parte con el todo. Ni en el Athletic, ni en otros clubes
Cuando el Athletic viajó a Newcastle en 1994 para enfrentarse al equipo entrenado por Kevin Keegan , la policía inglesa recomendó a los aficionados rojiblancos concentrarse antes del partido en una serie de puntos concretos. A diferencia del desplazamiento de años más tarde a Manchester, donde el lugar de encuentro era común para todos los hinchas del equipo bilbaíno, en la otra ciudad inglesa hubo una mayor dispersión propiciada por las propias características del lugar.
En una de las plazas de Newcastle había no menos de media docena de bares. En uno de ellos colocaron un cartel en la ventana prohibiendo el acceso a todos aquellos que lucieran una camiseta o cualquier otra prenda relacionado con el fútbol. No especificaban, eso sí, que fuese la del Athletic. Los dueños del local, al parecer, eran conocedores de los hábitos de los hooligans locales.
En sana armonía
Hubo quien intentó entrar al bar en cuestión de rojiblanco y le sacaron de malas maneras. En los cada vez más abarrotados establecimientos de los alrededores imperaba el buen rollo, por lo que los del bar que ejercía el derecho de admisión no tardaron en quitar el cartel con la prohibición e incluso animaron a los periodistas allí presentes a que invitasen a entrar a los seguidores del Athletic que poco a poco empezaban a abarrotar la plaza.
Sirva todo este largo preámbulo para incidir en el hecho de que la afición rojiblanca sabe viajar, estar y gastar. Le gusta el buen rollo con la hinchada rival de turno, cantar, bromear, vacilar. Ahí están también las distintas experiencias vividas en las diferentes ‘Athletic Hiriak’ de las últimas finales de Copa. En Valencia hasta los del Barça dejaron la suya para venirse a la bilbaína.
Lo vivido el pasado jueves en los aledaños y en ciertas puertas de San Mamés no tiene nada que ver con la afición del Athletic. Lo de los violentos que estaban tanto dentro como de fuera del estadio es otra guerra. Guerra que acaban pagando justos por pecadores. Hau ez da gure estiloa!