La mitad de Iker Irribarria
Urrutikoetxea se clasifica a las semifinales al doblegar al guipuzcoano · Víctor cae eliminado
Las dimensiones del acotado se le hacen muy estrechas a Iker Irribarria. Le reducen a la mitad. Tanto para atacar como para defender. Se pasó de la raya un par de veces, en sendas boleas. Y en dos oportunidades dejó pasar otros tantos pelotazos de Urrutikoetxea pensando que se marchaban más allá del límite reglamentario. O sea, que falló en sus cálculos. Estaba extrañamente desquiciado el guipuzcoano, desesperándose con sus errores y con los aciertos del actual campeón. Normalmente pausado y cabal, perdió Irribarria, su mitad, los papeles.
Urrutikoetxea accedió a las semifinales con puño de hierro. Doblegó y maniató a Irribarria confirmando que el mano a mano en toda la cancha poco o nada tiene que ver con el cuatro y medio. El vizcaíno es indomable en esta distancia. Gobierna cada detalle requerido en cuatro cuadros y medio: el saque, el remate, el juego de aire, la defensa a bote.
Al ser Irribarria un delantero de primer nivel, el partido estuvo emocionante en los primeros compases, aunque Urrutikoetxea no tardó en despegarse. En realidad, todo el estelar viajó veloz (sólo 176 pelotazos). Irribarria sobrevivió gracias a sacar bien, con veneno, como mandan los cánones. Pero es un delantero atípico: le falta postura para rematar de aire y no está cómodo entre el 2 y el 3.
Amagó el de Arama con apretar a Urrutikoetxea (10-13), pero el vizcaíno aplicó la misma norma del primer pelotazo, es decir, que se basó en el saque para campar plácido en la mayoría de los tantos. Sacar bien le facilitó el remate. Si al primer ataque llegaba Irriba- rria, a la segunda decidía el vizcaí- no con el guipuzcoano rumiando la derrota en la contracancha.
Urrutikoetxea crece en el acota- do. Irribarria mengua