Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Este Eibar gusta ‘manque pierda’

El Sevilla sufre mucho para superar a un conjunto armero asfixiante que mantuvo en vilo al Sánchez Pizjuán hasta el tiempo de prolongaci­ón

- Bruno Parcero Donostia

Hay derrotas y derrotas. Y formas de perder. Ayer el Eibar, en un imponente Sánchez Pizjuán y ante un Sevilla a ritmo de Champions, eligió la forma más honrosa de caer. Lo dio todo hasta el pitido final obligando a su rival, que el miércoles disputa un partido histórico ante el Leicester, a no relajarse lo más mínimo, manteniend­o las orejas tiesas hasta que Vitolo anotó en tiempo de prolongaci­ón un gol liberador que, entonces sí, dio inicio a la fiesta en unas gradas que vivieron con cierta angustia el partido.

Mendilibar tenía un plan, un plan bien definido y sus jugadores lo acataron con una obediencia y una actitud espartanas. Se trataba de quitarle el balón al Sevilla, que no manejara el partido a través de la posesión. Para ello el Eibar se aplicó en la presión con un denuedo admirable. N’Zonzi se pasó la primera mitad con una horrible sensación en la nuca y cada jugador del Sevilla se vio obligado a pensar mil veces más rápido de lo habitual porque nadie en el conjunto armero rehuyó el esfuerzo. Esa labor coral hizo que el equipo de Sampaoli se sintiera en el Pizjuán como ese novio que por primera vez va a cenar a casa de los padres de ella y esa incomodida­d se trasladó a su fútbol, inconexo, impreciso y discontinu­o. Las 13 recuperaci­ones del Eibar al descanso por las tres del Sevilla fueron algo más que un frío dato.

El Sevilla apenas inquietó hasta el primer gol de no ser por un cabezazo fuera de Franco Vázquez a centro de Jovetic. Y el Eibar amenazó con un centro chut de Pedro León. El resto fue un amagar para no dar.

Pero un equipo como el Sevilla no está donde está por casualidad y como McGiver tiene recursos para todo tipo de situacione­s. Así, en el minuto 30 un pelotazo de Rami a la espalda de la defensa armera lo ganó Jovetic, que de cabeza le cedió el balón a Ben Yedder quien, de tacón, devolvió el balón al montenegri­no. Este pisó el esférico, eludió la presencia de Lejeune y puso un centro al segundo palo donde apareció libre de marca Sarabia, que remató de primeras para batir a Yoel.

En la segunda mitad el Eibar salió con un punto más de ambición que su rival, lo que en cierta parte irritó a un Pizjuán que no asimilaba ver a su Sevilla replegado, jugando por detrás del balón. Un cabezazo de Sergi Enrich a manos de Sergio Rico y un disparo cruzado fuera de Adrián tras una pérdida de N’Zonzi pusieron de los nervios a los locales. Fueron los mejores minutos de los de Mendilibar, que no paraban de empujar.

Falta oxígeno

Pero un esfuerzo como el de ayer pasa factura y poco a poco el conjunto armero fue perdiendo agresivida­d en la presión y eso hizo que el Sevilla comenzara a respirar. Al menos un poquito. Y cuando un equipo de la calidad del Sevilla tiene aire y comienza a tener el balón, es normal que comience a generar un peligro que hasta entonces no había generado. Y llegó entonces

un disparo de Vitolo al lateral de la red. Y un remate de N’Zonzi ante Yoel que el meta gallego atrapó seguro.

Pero como ese segundo gol no llegaba, el Eibar seguía vivo y aunque le faltaba oxígeno en los pulmones, le sobraba arrojo y orgullo para irse arriba a buscar el gol del empate. Un empate que casi encuentra de casualidad, en un centro de Antonio Luna que tras pegar en Mariano se envenenó, obligando a Sergio Rico a sacar un balón que iba pegadito al palo.

La inquietud no abandonó el Pizjuán hasta que Jovetic volvió a aparecer para servir en bandeja a Vitolo el gol de la tranquilid­ad. Y Nervión respiró entonces aliviado

La presión del Eibar cortocircu­itó el juego de un Sevilla al que rescató Jovetic

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FOTO: EFE Adrián González conduce el balón perseguido por Franco Vázquez ayer en el Sánchez Pizjuán

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