Encontronazo con la realidad

La Real comprendió ayer con la visita del Villarreal que hay vida más allá del cuento de hadas en el que ha vivido en los últimos meses. Que la pelea, no ya por la Champions, un anhelo demasiado ambicioso que nadie exige, sino por la quinta o la sexta plaza va a ser muy dura. El fútbol es un juego en el que cada semana dos equipos confrontan dos modelos, dos puestas en escena, dos propuestas y la del Villarreal salió ayer claramente victoriosa de Anoeta. Consciente de su limitación física -había jugado el jueves- planteó un partido largo, cerrado, sin ritmo, al que la Real no encontró soluciones. Cuando el encuentro, en su cuarto final, se abrió, se rompió, entendió que era su momento y jugando casi con cuatro puntas, halló todas las debilidades de la Real hasta dar con la victoria. Casualidad, o no, el primer día sin Willian José en Anoeta, la Real perdió en casa. Entre otras cosas porque se obcecó en buscar un juego interior excesivamente lento y previsible, en el que Juanmi nunca fue capaz de sujetar el balón para facilitar llegadas de segunda línea. El equipo nunca tuvo un plan B con el que comprometer al Villarreal que, solidario y junto, supo esperar su momento. El fútbol de la Real no tuvo velocidad ni sorpresa, la estrategia fue estéril y, además, Eusebio terminó por colaborar con el Villarreal con el cambio de Concha por Oyarzabal que pocos entendieron. El eibartarra, salvo que estuviera lesionado, debe ser intocable por todo lo que aporta y el cántabro, además de no aportar ninguna solución en ataque, con Yuri muy justo físicamente, terminó por convertir esa banda en una autopista hacia Rulli .La Real no supo entender que no iba a poder ganar, que el empate era un mal menor, y abrió un tramo final en el que el Villarreal encontró lo que vino a buscar