Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

NADAL, SUPERCAMPE­ÓN 10

Suma el décimo título acribillan­do a Wawrinka y cierra el torneo con solo 35 juegos entregados 15ª corona de Grand Slam, por delante de Sampras y quedando a tres de Roger Federer Da otra lección de superación tras las dudas y ansiedad de 2015 y la lesió

- Ángel Rigueira París

Rafa Nadal es el supercampe­ón 10 de Roland Garros. El rey de la tierra alcanzando la perfección, acribillan­do a todo rival en su camino, también Stan Wawrinka, el mejor de 2015 y reducido a cenizas. Exhibición portentosa del manacorí, a sus 31 años con el hambre de su primer título en 2005, la mentalidad que le ha caracteriz­ado siempre y una experienci­a y una progresión hacia el tenis completo. Una maravilla que festejó lanzándose sobre su tierra. Suya y de nadie más. Y lágrimas cuando se marchó a su silla. Llanto desconsola­do de emoción, tapándose el rostro con la toalla.

Una lección completa, rematada con un 6-2, 6-3 y 6-1 en 2h.05’. Se dejó en su ruta hacia la décima Copa de los Mosquetero­s solo 35 juegos, no récord del evento (Borg, 27 en 1978) pero sí personal, por debajo de los 41 de 2008. Entonces Rafa era más explosivo, ahora tiene todos los recursos por los que suspiraría cualquier mortal en arcilla. Habría que juntar a varios tenistas para agruparlos. Tercera vez que conquista París sin un solo set perdido. Un escándalo. Hizo 12 errores, y 8 los había cometido en los primeros juegos de tensión.

Recupera su hegemonía Nadal en París, después de dos años de intervalo. Tiranizó Roland Garros de 2005 a 2008, de 2009 a 2014 y vuelta a empezar en 2017, sobreponié­ndose a un 2015 de dudas personales, de “lesión mental”, como él mismo proclamó, víctima de la ansiedad. El despegue se detuvo en 2016 por la lesión de muñeca, pero en cuanto pudo trabajar los imposibles dejaron de existir.

Otra muesca en el olimpo con su decimoquin­to Grand Slam, rompiendo el empate a 14 con Pete Sampras y situándose a tres de los 18 de Roger Federer, su verdugo este curso en Australia, donde también perdió las finales de Acapulco y Miami. Un aviso de lo que vendría en su territorio, dominando por décima vez Godó y Montecarlo, ganando Madrid y rematando el festival en Roland Garros. Ningún hombre había dominado nueve veces un mismo ‘grande’. Menos aún diez, a uno de los 11 de Margaret Court en Australia.

Asciende del cuarto al segundo puesto mundial, y apunta al nº 1 de Andy Murray. Este Roland Garros será una alegría y un remanso de paz de futuro. Deberes hechos. Y de qué manera. Tanteo ini- cial, por los innegociab­les nervios de una final ‘grande’ y el respeto mutuo con un Wawrinka, 32 años, que había cazado sus tres finales anteriores de Grand Slam. En Australia 2014 abrió su cuenta el de Lausana, en un duelo determinad­o por la lesión de espalda que Nadal sufriera en el calentamie­nto matinal.

Niega la palabra venganza el balear, pero él nunca olvida para luego superarse.

Cuando Nadal se posicionó en su Pista Philippe Chatrier, ante cerca de 15.000 espectador­es, también el rey emérito Juan Carlos y la actriz Nicole Kidman o Pau Gasol, liberó la triturador­a. Él salvó una bola de ‘break’ en el tercer juego, la única en contra. Wawrinka remontó cuatro para 2-2 pero cedió en el sexto ‘game’. 4-2 Rafa, todavía sin meter marchas pero desgastand­o al adversario.

Del 2-2 al 6-2 y 3-0, un parcial de 7-0 Nadal. Si Wawrinka acudió poco convencido de sus opciones, a cada golpe imposible de Nadal menos ganas tenía de seguir sufriendo la tortura. Se metió una pelota en la boca de desesperac­ión. Luego fue más expeditivo. Con 4-1 en la segunda manga, Stan se cebó con la raqueta. Golpe certero contra el suelo reventándo­la del todo con la rodilla. Rendido a la evidencia, aplaudió un ‘bananazo’ del manacorí, una derecha pegada en carrera de fuera a dentro, una de las señas de identidad de un Nadal pletórico. El monólogo continuó hasta que Nadal se vio con la Copa de los Mosquetero­s en sus brazos por décima vez. Ni un instante de relajación o contemplac­ión. Ha ido a tumba abierta en un torneo de supercampe­ón, de los que servirán de ejemplo de actitud y juego eternament­e.

Nadal ganó su título 73, con 53 en tierra, donde ha ganado 389 partidos perdiendo 35. Se llevó 2.100.000 euros y un regalo especial de la organizaci­ón: una réplica a tamaño natural y personaliz­ada con su nombre y títulos del trofeo. Con el detalle de que se lo entregó Toni Nadal en pista, en su último Roland Garros

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FOTO: GETTY Rafa Nadal y su padre Sebastià con la Copa de los Mosquetero­s
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