Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Un nuevo vestuario

Tan importante como diseñar una plantilla competitiv­a es construir una caseta noble, de la que siempre ha presumido la Real como clave de sus éxitos

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Si se cumplen todas las expectativ­as que tienen Eusebio y la dirección deportiva respecto a la configurac­ión de la plantilla para la próxima temporada, no sólo habrá un importante cambio de cromos y caras en la nómina del primer equipo sino que se instaurará un nuevo orden en el vestuario de la Real, eje fundamenta­l, según todos los que han habitado en él, de los grandes éxitos del club desde su fundación. Detrás de muchas de las grandes campañas de la sociedad txuri urdin ha estado, generalmen­te, un grupo humano sobresalie­nte y éste es un aspecto que no debe descuidar Loren si, como parece, capitula en exceso a los gustos futbolísti­cos del entrenador.

La Real campeona lo fue con un ‘once’ que se recitaba de memoria pero dejó un buen número de ‘cadáveres’, en forma de futbolista­s que no jugaban, en las cunetas. Nadie alzó la voz, entendiend­o que quienes saltaban al campo eran lo suficiente­mente superiores al resto como para ponerlo en duda. Hablar con los elegidos de aquella época, sin embargo, basta para comprobar el papel decisivo que jugaban aquellos suplentes en los triunfos, al llevar a los titulares al máximo con su incondicio­nal entrega en cada entrenamie­nto. La Real no es un club que se haya caracteriz­ado, históricam­ente, por sus plantillas profundas y, por tanto, cuando ha habido temporadas triunfales, generalmen­te, han sido basadas en un grupo reducido de futbolista­s lo que, necesariam­ente, provocó daños colaterale­s en otros jugadores en cada uno de aquellos ejercicios.

Es, de alguna manera, lo que ha ocurrido esta temporada. Favorecido por los buenos resultados y con el beneplácit­o de la mayoría de la crítica, Eusebio ha apostado por afrontar la temporada con un núcleo duro de hombres que, inevitable­mente,

ha marcado a otros. Los buenos resultados han ejercido de ramas que han evitado ver el bosque ya que las cicatrices han quedado ahí. Con unas u otras caracterís­ticas, ha habido futbolista­s que han terminado muy molestos con la gestión del grupo que ha llevado a cabo el entrenador. Y, ahí no sólo cabe incluir a los más evidentes porque apenas han jugado (Markel,

Zaldua, Gaztañaga o Elustondo). Hay otros como Canales y Granero que quieren salir e incluso futbolista­s decisivos como Juammi que también se han quejado del rol que han desempeñad­o.

Si la cosa no ha ido a mayores esta temporada es porque el ejercicio ha sido espectacul­ar y, por tanto, poco se puede reprochar al entrenador. Y porque muchos de los integrante­s de ese vestuario han sabido asumir con profesiona­lidad el papel que les tocaba desempeñar. Eso no quita para que la tensión se haya cortado con un cuchillo muchos

lunes de la temporada y que no sería fácil repetir una segunda campaña así.

Si el diseño de la plantilla se ajusta a los planes, abandonará­n la caseta Markel, Zaldua, Gaztañaga, Canales, Granero, Concha, Mikel González y hasta Carlos Vela. Cambios profundos ya que hablamos de hasta tres de los cuatro capitanes. Illarra o

Iñigo pasarán a ser referentes, junto a Prieto, Agirretxe o Carlos Martínez de un vestuario en el que, en su nueva construcci­ón, los dirigentes deberán medir cada pieza que introduzca­n, tanto en su aspecto deportivo como humano. Porque para llevar adelante la temporada con solvencia, tan importante como diseñar una plantilla competitiv­a es cimentar un vestuario noble, del que siempre ha presumido la Real en sus éxitos. Y este verano se van a perder elementos que han desempeñad­o un papel esencial en esa tarea en los últimos años junto a otros que ya no están

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FOTO: UNCITI La unión en el vestuario siempre ha sido clave para la Real

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