Los desgarradores chillidos del dolor
Mattek-Sands dejó helada la pista 17 tras sufrir una sobrecogedora lesión de rodilla
Restó, se fue la red, le falló la rodilla derecha, que le quedó trabada, y empezó el momento más angustioso que se recuerda en años en Wimbledon. Caída sobre la hierba, Bethanie Mattek-Sands comenzó a retorcerse de pánico y dejó helada la pista 17 con sus desgarradores chillidos de dolor tras sufrir una sobrecogedora lesión en su rodilla derecha.
“Ayudadme, ayudadme, por favor! ¡Me duele, me duele mucho! ¡Oh, Dios mío, Dios mío! ¡Ayudadme!”, gritaba sin consuelo la estadounidense. Su rival y amiga, Sorana Cirstea, fue la primera que se aproximó y, como todo el mundo, quedó paralizada ante la dramática escena. “Su rótula estaba en una posición sobrecogedora. Nunca había visto algo así, quizá sólo en las películas. Me asusté. Bethanie es buena amiga mía y me gritaba: ‘¡Sorana, ayúdame!’ Y yo todo lo que podía decirle era que estaba ahí. ‘¡Sé fuerte!’, le decía. Fue estremecedor”, confesó Cirstea, que criticó que la asistencia médica tardara demasiado en aparecer en la pista y auxiliar a Bethanie.
“Creo que todo el mundo se quedó congelado, nadie reaccionaba. Yo pedía ayuda, pero nadie venía. Durante un rato estábamos ella y yo, su marido y mi fisioterapeuta”, dijo la rumana. “La primera respuesta llegó en un minuto, con un técnico de ambulancia cualificado”, apuntó la organización.
Bethanie necesitó oxígeno y una inyección. Luego fue evacuada en camilla y llevada al hospital. La nº 1 de dobles –103ª individual– aspiraba junto a Safarova a reunir a la vez los cuatro Grand Slams
B. Mattek-Sands
¡Ayudadme, ayudadme, por favor! ¡Me duele, me duele mucho! ¡Oh, Dios mío, Dios mío! ¡Ayudadme!”