El valor de Yuri

El debate promete y no ha hecho más que empezar. Para unos, a la Real le han amputado una extremidad en su parte izquierda de la defensa. Para otros, el club se ha ganado el Cum Laude en negociaciones por haber vendido a un activo que fue dado de alta a coste cero. La actividad de Yuri Berchiche en Anoeta ha sido siempre frenética, en todos los sentidos. Nunca en sus tres años de estancia ha dejado indiferente a nadie. La crítica mayoritaria fue, en un principio, que no era más un tuerce botas y, de la noche a la mañana, la música cambió de registro: del runrun al grato asombro. Así de visceral es el mundo del fútbol y así de extremo es el propio protagonista de los tiempos que corren. Yuri no fue capaz de controlar el ímpetu en sus primeros días y la energía era en realidad pura ansiedad. Una vez domado el ánimo de querer agradar, su potencial, destructivo, pudo con todo cuanto se le ponía por delante en la banda. Apenas ha dado tiempo para que sus seguidores paladeen su fútbol contagioso. La soberanía del público es eterna y siempre habrá división, quien le agradezca los fulgurantes servicios prestados y quien arremeta contra su carpetazo a la etapa en la Real. Sólo él sabe qué le ha empujado a viajar a París, aparte de lo visible: la apetecible ventana de codearse con lo más granado en la Champions, ganar títulos y la poderosa tentación de ver incrementados los ingresos económicos. “No es cierto” para Jokin Aperribay que Yuri haya formado en el vagón de cola de las nóminas del primer equipo. Seguramente no piense lo mismo el zarauztarra, ya que como dijo el presidente, el club “tenía asumida desde febrero” su venta. Se intuye entonces que Yuri tenía claro su futuro, dejando una nebulosa sobre su valor en la Real