Un futbolista especial

El aficionado realista está viviendo estos días de verano más pendiente de que no se vaya otro titular que de comprobar a qué crack va a fichar el equipo txuri urdin para reforzarse de cara a una temporada todavía más exigente que la anterior. Faltan movimientos importantes, pero con la marcha de Yuri Berchiche al Paris Saint Germain, permitida por el club, de momento el equipo, más que fortalecerse, se ha debilitado, a pesar de la llegada de un central prometedor como Diego Llorente. Esta sensación será más notable si finalmente la Real pierde a Iñigo. Se embolsaría 32 millones, pero será imposible que pueda reemplazarle con sus medios con un futbolista semejante. Y no sólo por su aportación futbolística: agresividad, velocidad, salida de balón, desplazamiento en largo, remate... sino por ese carácter irreductible que condiciona rivales y colegiados, que aprieta a los compañeros, su amor propio y esa ambición que también le puede alejar de la Real. 32 millones de euros por un defensa, 45 millones si se añade lo percibido por Yuri Berchiche, parecen un pastizal, pero con las arcas saneadas, lo que importa es el campo y la Real ya presentó ciertos desajustes de plantilla la pasada campaña. Temblaban los cimientos de Anoeta cada vez que se lesionaba un titular y en momentos de partido faltaron más recursos de banquillo. Aún así fue una temporada excepcional. Y ésta apunta a ilusionante, pero de momento esta concatenación de sustos no permiten amasar esa sensación. Cuando comiencen a juntarse en la cancha Illarramendi, Zurutuza, Vela (si se queda, mejor), Willian qué mala pata la suya- Odriozola y compañía debe volver la buena onda. Pero hacen falta refuerzos aún. Un medio -qué bueno sería Merino-, por descontado