Amsterdam lo cambia todo
Holanda. Día 8, que era el séptimo para los jugadores, quienes, como mandan los evangelios, descansaron. Y aprovecharon la jornada de asueto para irse en alegre montón hacia Amsterdam, donde cada cual se movió a su antojo. Eusebio invitaba a quien quisiera. A esta hora no sabemos si la cuenta corriente del lasecano se resintió en exceso.
Seguro que a los jugadores, como a la pareja de sufridos juntaletras, les vino bien romper la rutina del entrenamiento hotel-camillaentrenamiento con el paseo por la fascinante capital de los Países Bajos. En cualquier lugar del mundo, es evidente el contraste y las diferencias de la vida y el ambiente en el campo y las de una gran urbe. Pero es que en Holanda es como tele transportar sea otro mundo en apenas una hora. La calma y el anodino día a día del bosque donde se ejercita el equipo es un bullicio continuo de gente, vehículos y ruidos en Amsterdam. En la zona de Ermelo, no se ha encontrado a nadie que hable castellano y lo normal es que las cartas de los restaurantes y los carteles estén en ese ininteligible –por lo menos para los que hicimos la EGB- neerlandés. La ‘Ciudad de los canales’ es cosmopolita y en algunos rincones uno parece encontrarse en Torremolinos, porque se oye hablar más alto y en español.
En Amsterdam sí hay bocinazos, hay prisas y menos sonrisas. Las bicicletas están candadas y uno no se puede despistar cuando patea por el corazón de la ciudad porque vienen bicicletas, tranvías y turistas haciéndose selfies por todos los lados, sin señalizar. En el centro no hace falta entrar en los famosos Coffe-Shop y entregarse al canuto para salir un poco colocado. El olor a hierba se extiende por las callejas y los puentes hasta ser un acompañante más. Entre ese ambiente, la belleza de los canales y el incesante trasiego de gente, la caminata resulta agradable, una catarsis.
Pero hay otro Amsterdam aparte del de los escaparates y los ceniceros. Con mucha menor densidad de turisteo, y guiados por el gran Ben Parhan, presidente de la peña realista Maite Talde y originario de esta extraordinaria ciudad, acudimos a un lugar llamado Winkel, donde uno, quizá algo influenciado por cierta atmósfera ya citada, puede hablar con Dios si se come una tarta de manzana. Eskerrik asko, myn vriend Ben.
Hoy, vuelta a la rutina. Hay doble sesión de entrenamiento en el medio de la nada de Harderwijk. Y pasado mañana, el último toro de la feria, el Groningen. Con Agirretxe .Y Willian . El gol sí que es una droga