Genuflexiones las justas

En Barcelona quizá pensaban que iba ser apretar la tecla azul y blanca y ver a Iñigo metido en un avión camino del Camp Nou. Pero los tiempos de la alfombra roja y del cierto servilismo al club blaugrana son parte de la historia. Aquí ya no se realizan genuflexiones. Los puntos hay que sangrarlos en el campo y en Anoeta, como bien saben los entrenadores culé, son muy caros. Y en los despachos, los futbolistas ya no se fichan de tres en tres los días previos a una final. Los elementos más importantes, que son a por los que viene el Barça, claro, tienen un valor y un precio, determinados por su cláusula de rescisión de contrato. Lo sucedido hasta la fecha invita a una reflexión y es la de si el Barcelona deseaba o desea realmente a Iñigo Martínez. Está claro que Valverde sí. Pero, ¿y el club? La dirección deportiva del Barcelona descartaba ayer el fichaje del central de Ondarroa, aunque los giros que pueda dar un culebrón veraniego son inescrutables y las manos en el fuego se quemaron hace tiempo. Con esa tibieza, el club catalán ha dejado a los pies de los caballos a un Iñigo que ayer mismo esperaba noticias impaciente. Es como si en Can Barça pensaran que ‘eso ya lo arreglaremos’. Y eso que Aperribay ya le dejó claro en su ‘charla informal’ o ‘txapa informal’ a Bartomeu que prefería a Iñigo antes que los 32 millones de euros. ‘No me jodas’, fue su reacción cuando el presidente culé le dijo que irían a por el central. Casi una semana después,

Iñigo juega en El Plantío y no prepara la Supercopa de España. El mensaje desde Anoeta es contundente. 32 millones o nones. Ni rebajas, ni tantos por ciento, ni futbolistas de saldo. Y eso ha podido disuadir a los responsables barcelonistas. Quizá esperaban otra cosa. Genuflexiones, las justas