MERECIDO REGALO A UN ‘10’ ETERNO
La Real arrolla al Villarreal en una primera parte demoledora con los goles de Willian José, Xabi Prieto y Juanmi Noche inolvidable y mágica para el capitán, que recibe un emocionante homenaje de la grada en su partido 500 antes de marcar
Es probable que Xabi Prieto cuelgue las botas sin depositar ningún título en su vitrina, pero se lleva la noche de ayer. Fue un segundo partido de temporada, no decisivo, aunque sí muy relevante porque la Real le goleó a un rival directo, pero para el capitán será inolvidable, mágico. Las copas dan la gloria y llenan los bolsillos, pero recibir el cariño de la afición, de tu gente, de esa manera tan sencilla, entrañable y al mismo tiempo sincera no tiene precio. La parroquia de la Real, que sorteó vallas y subió por plataformas provisionales a su localidad, se entregó en su homenaje al capitán, que cumplió su partido número 500 con la txuri urdin. Le regaló una ovación para la historia en el minuto 10 y una celebración eufórica y desatada como ninguna cuando el ‘10’ coronó su gran día con un gol. Sus compañeros, que le idolatran, le premiaron con una actuación arrolladora. Sí, otros ganarán títulos y podrían construir autopistas con sus billetes morados, Prieto, un auténtico ‘one club man’, se ha ganado la admiración de la gente, de su gente. Y esa sensación de plenitud quizá no pueda abrazarla quien colecciona Balones de Oro.
Decía el sabio, “sé fuerte para que nadie te derrote, noble para que nadie te humille y tú mismo para que nadie te olvide”. Prieto jugó ayer su partido 500 en su 15ª temporada en la Real, el 70º consecutivo en la Liga, récord absoluto en este siglo. Anotó su gol número 72, el 50º en Primera. Los números le hacen grande. Su juego, su ejemplo y su comportamiento, eterno. Un ‘10’ de ‘10’.
El capitán fue la inspiración de una Real arrolladora, completa, que le bailó un aurresku y un rock and roll a la vez al Villarreal en 20 minutos de inspiración de la primera parte, en los que anotó tres goles y pudo marcar media docena. Durante 90 minutos, las máquinas de demolición operaron sobre el terreno
Exhibición de un gran Aritz que dio una kilométrica asistencia a Juanmi en el 3-0
de juego y no fuera del estadio en el primer partido con Anoeta en obras y un fondo totalmente vacío. Se humanizaron y se enfundaron la camiseta txuri urdin.
En el día en que conoció a sus rivales para la Europa League, que honró como merece a su capitán, que goleó a un equipo con muchas bajas pero muy potente y organizado, la Real durmió la noche del viernes en primera posición, como líder de Primera, con seis puntos y seis goles en dos partidos. No, no quites la música. Que no se acabe esta noche cálida. Que no nos cierren el bar de la esquina.
Juanmi por Canales y tsunami
Eusebio decidió introducir un solo cambio en el equipo con respecto a Vigo, Juanmi por Canales, pero fue muy significativo porque la Real tuvo mucha profundidad desde el primer minuto, con las incursiones de Oyarzabal por la izquierda y los desmarques al espacio del malagueño, que amenazaba por todo el frente. Antes del 1-0, Juanmi con la zurda e Illarra desde 30 metros habían tocado a rebato y acelerado las pulsaciones hasta de las butacas azules vacías del fondo sur.
Pero fue con el primero, obra de
Willian José, con el que se desató la galerna en la plácida tarde de agosto. La Real fue un tsunami, un muro de agua de 30 metros que arrasó al Villarreal y le dejó destartalado. El brasileño anotó a la segunda, rebañando con apuros el rechace de Andrés tras su remate con la rodilla en un córner forzado por Juanmi, botado por Oyarzabal y peinado por Prieto. A partir de ahí, las carreras pegado a la línea de cal de un Odriozola imparable, los balones filtrados por dentro de Illarra y la labor sinfónica de los 10 vestidos de txuri urdin provocaron el movimiento sísmico: 3-0 en la escala Richter.
Bocadillo de gloria
Andrés, inspiradísimo antes de lesionarse, se alió con las musas para evitar el 2-0 atajando dos balones imposibles a Juanmi, que remató de tijera a la media vuelta, y a Prieto en el rechace.
Pero llegó ese 2-0 y fue del capitán. El esférico llegó a marearse de tanto rondar de lado a lado la portería amarilla, hasta que el ‘10’ remachó un balón centrado por Oyarzabal, cabeceado primero por Navas y luego por ese chollo millonario llamado Semedo y acomodado por Willian. Los 20.000 que ocupaban las butacas azules levitaban. Y se fueron al descanso tocando el cielo y no sólo por la perspectiva de hincar el diente al bocata. Aritz Elustondo, que rubricó una auténtica exhibición en defensa y en ataque, sacó una falta desde campo propio con picardía, porque lo hizo rápido, con todo el equipo rival parado, y con precisión milimétrica, ya que leyó el desmarque de Juanmi, al que ya le había regalado otro caramelo antes, y se lo puso en el lugar exacto. El malagueño hizo el resto: control y vaselina de crack. Es único definiendo.
Tras el bocadillo de gloria, los aficionados gozaron de una segunda parte de control absoluto de una Real que tenía el encuentro ganado, a su ídolo homenajeado, a sus goleadores satisfechos con sus tantos y todo ello con el crack, Januzaj, comiendo pipas en la grada, muy cerca de Xabi Alonso, que estrenó su jubilación deleitándose con su equipo. Vela, que brilló desde que salió, no pudo definir en una jugada de estrategia y Barbosa le robó la gloria del cuarto a Oyarzabal. Si lo mete Agirretxe, que salió al campo por aclamación popular, se habría caído solo el despoblado fondo sur, sin necesidad de utilizar una bola de demolición o dinamita.
Dinamita es la que tiene la Real. Y un ‘10’ que ya es eterno
Si Agirretxe marca el 4-0, el vacío Fondo Sur se habría caído solo, sin maquinaria