Una Real sin electricidad

La Liga no podía permitirse que el Real Madrid saliera derrotado, a 7 puntos del Barça, de Anoeta y el campeonato obtuvo el resultado que convenía. Fundamentalmente porque el Madrid fue muy superior a la Real, que no acertó con una propuesta inofensiva para meter mano al actual campeón, futbolísticamente muy superior pero incluso atléticamente, dueños de todas las disputas, ganadores de todos los duelos en velocidad. A la Real le vino mal no sólo el disponer de apenas tres días para preparar el partido, sino el estado de máxima necesidad de los blancos. Los de Zidane jugaron el partido con el cuchillo entre los dientes, muy agresivos y duros, y lograron trasladar toda la impotencia a una Real cuya velocidad de balón en nada inquietó al Madrid y a la que le faltaron toneladas de agresividad para impedir el juego con el esférico de los blancos. Ni suerte tuvo la Real ya que el larguero evitó el 2-1 de Kevin para en la siguiente jugada encajar el 1-2. En los pocos momentos en los que el partido se igualó un poco, ahí estuvo el árbitro para dejar claro que hay un reglamento mucho más permisivo para el Madrid que para los demás, con especial énfasis en un Casemiro que juega con una permisividad inaudita. Es posible que, ante ese escenario, la victoria de la Real fuera más quimérica de lo que la mayoría imaginó cuando se acercó al estadio, eufórico tras las cuatro primeras victorias. Los txuri urdin estuvieron muy lejos de poder meter mano al Madrid. Pero también les faltó ardor, electricidad, meter el partido en otra tesitura. Eusebio se equivocó al querer esperar replegado, porque dejó hacer mucho al no apretar con agresividad. Y con balón tuvo muchos problemas para lograr un triunfo mucho más caro de lo que imaginamos