Planetas diferentes
No apareció la mejor versión de la Real, imprescindible para superar a un Real Madrid que ayer fue un muro
Parecía que confluían en el partido de ayer muchos de esos condicionantes que suelen ser necesarios para tumbar de una vez por todas al Real Madrid. El depósito de confianza estaba a rebosar tras el mejor arranque desde el segundo título de Liga. A los blancos les faltaban algunas de su mejores piezas y habían emitido señales absolutamente opuestas a las de la Real en las primeras tres jornadas.
Pero estamos ante dos clubs que viven en dimensiones diferentes y ninguna de las connotaciones especiales que tenía esta visita merengue con respecto a las de años anteriores fue suficiente para invertir la historia reciente de estos enfrentamientos. Porque a todas ellas se tenía que unir de forma innegociable otra variable: la mejor versión de la Real. Esta no pudo aparecer, ya fuera por la fatiga, porque ni Januzaj ni Canales fueron elementos desequilibrantes o simplemente porque el rival desactivó el centro del campo blanquiazul.
El Madrid mostró su superioridad desde el principio y la orgullosa puesta en escena de los de Eusebio chocó contra un muro. Porque el conjunto blanco fue infranqueable para la Real casi desde el pitido inicial y a los guipuzcoanos les costó muchísimo igualar el partido en lo físico y mandar como les gusta.
Cuando lograron acercarse al nivel del Real Madrid, mediada la primera mitad, se volvió a demostrar que los dos clubs viven en universos diferentes. Y como diferentes les trató Iglesias Villanueva, al rescate de los de Zidane cuando los blanquiazules les zarandearon levemente.
El trencilla desquició a Anoeta con el doble rasero habitual de estas ocasiones, aunque sería ponerse una venda en los ojos citarle como el responsable de una derrota que obedeció más a la enorme diferencia existente entre las dos plantillas que a cualquier otra cosa. Por mucho que se le pueda achacar que hubo falta sobre Llorente en la acción del 1-2. Por momentos parecían hombres contra niños. El poderío físico de los futbolistas del Madrid hacía estériles los esfuerzos realistas.
Sólo la mejor versión de los guipuzcoanos podía equiparar fuerzas y esta no aparece cuando Illarramendi y Zurutuza no alcanzan la suya propia. Y ninguno de los dos pudo ser el de otras tardes. El descanso les sirvió para reactivarse, pero los recursos blancos son inagotables y exhibieron la capacidad que tienen para jugar al contragolpe y un balón perfecto al espacio para Bale sirvió para sentenciar.
La derrota de ayer no empaña el sensacional inicio liguero de la Real, ni puede, por supuesto, desactivar la maravillosa ilusión que había desatado el equipo en las semanas previas. Debe servir, eso sí, para recordar que el de la Real es un mundo y el del Madrid, otro. Y sólo cuando se unen infinidad de factores puede el equipo txuri urdin zarandearle. Ayer no fue el caso
Cuando la Real logró acercarse al mundo del Madrid, el árbitro le devolvió al suyo