Superados en todo

Buscábamos en las últimas semanas el techo de esta Real convencida y arrolladora que nos había enamorado durante las primeras citas del año y, como es lógico, este lo encontró en un equipo de otra dimensión como es el Real Madrid. Eran más altos, más fuertes, más rápidos y mejores. Desde ese pragmatismo se puede explicar la derrota de la Real. Sólo una versión sublime podría permitirle meter mano a un equipo blanco y era muy difícil ofrecerla sólo tres días después de golear al Rosenborg. Los txuri urdin nunca estuvieron cómodos. Se vieron superados por el Madrid desde el principio y cuando lograron sacar la cabeza, Iglesias Villanueva se la metió nuevamente bajo el agua. No pudo aparecer el mejor Illarramendi. No le dejaron. Tampoco Zurutuza. Ni siquiera Willian podía sujetar los balones. Ni Januzaj desbordar, ni Aritz y Llorente imponerse por arriba... En la primera parte la Real no pudo acercarse al nivel técnico y físico del Real Madrid y cuando, gracias a un atinado Prieto consiguió encontrar, al inicio de la segunda mitad, parte de ese fútbol que nos ha enamorado, Bale le mató por velocidad. Y adiós muy buenas. Al menos, aunque no nos llevamos a casa la mejor versión de la Real, sí que nos llevamos la sensación de que se vació, de que lo intentó con sus armas y de que chocó con la realidad que, testaruda, evidencia que la diferencia entre los dos equipos aún es amplia