La final de la Champions, en el Metropolitano
MADRID - El estadio Wanda Metropolitano, nuevo estadio del Atlético de Madrid, albergará la final de la UEFA Champions League (UCL) de la temporada 18-19.
En un principio, según informó José Ramón de la Morena en ‘Onda Cero’, la UEFA el máximo organismo del fútbol europeo había decidido otorgarle la final al estadio de Bakú (Azerbaiyán) pero finalmente la decisión fue positiva para los intereses del Atlético de Madrid, que albergará por primera vez en su historia una final de un torneo continental, en este caso de la Liga de Campeones. Hasta ahora, en este caso en el Calderón, sí que se dieron finales de Copa, Supercopa o de Intercontinental pero nunca hasta la fecha de Champions. La UEFA, eso sí, dio la final de la Europa League a la capital azerí, en detrimento del Sánchez Pizjuán que también aspiraba a acoger el evento.
La UEFA celebró ayer su 13º Congreso Extraordinario en el President Wilson Hotel de Ginebra, Suiza. Entre otras de las cuestiones que tenían que decidirse, muchas de ellas de ámbito relacionado con puestos del organigrama interno de la institución, también se decidió el nombre de las sedes de las finales de la Champions League y de la Europa League de 2019. Los informes elaborados en su momento por la UEFA sobre el nuevo feudo rojiblanco dejaban entrever que no contaba con espacio suficiente para albergar a todos los patrocinadores y dudas con el estado del césped. Con todo, existía el plan de previsión y se valoraban muy positivamente otros aspectos como los 80.000 metros cuadrados que circundan el estadio para colocar las ‘fan zone’ y todo lo necesario para la final; la comodidad, los accesos por transporte público, amén de que sea un estadio con unas medidas de seguridad superlativas. La decisión fue adoptada por votación de los 16 miembros del Comité Ejecutivo de la UEFA. El Wanda Metropolitano se convierte en la sede de la final de la Liga de Campeones como en su día ya lo fueron el Camp Nou, Santiago Bernabéu y el Sánchez Pizjuán. Contra Bakú ha pesado la distancia que la separa a la mayoría de ciudades europeas respecto a Azerbaiyán (más de seis horas y media de vuelo), pero se lleva la consolación de albergar la final de la Europa League