Demasiados defectos

Todos los defectos que había insinuado la Real hasta la fecha, en pequeñas dosis claro, afloraron de forma grosera ante el Levante para encajar una goleada que, más allá del gran inicio liguero, obliga a reflexionar. La Real estuvo muy lejos de estar a la altura de lo que exigía el partido y afrontará el partido contra el Valencia con el crédito ganado en las tres primeras jornadas en juego . El juego con balón del conjunto txuri urdin volvió a ser un viaje a ninguna parte, una acumulación de la posesión sin intención ni verticalidad. El Levante vivió plácidamente replegado en su campo, a la espera de una oportunidad que la falta de agresividad de la Real sin balón, tarde o temprano, le iba a dar. La condescendencia de De la Bella dejando centrar a Morales antes del 1-0 es un claro ejemplo de lo que la Real permite hacer a sus rivales. Hasta en los momentos en los que más cerca pareció estar la escuadra de Eusebio de poder adelantarse, Rulli fue el mejor de los blanquiazules. Raúl, en cambio, ni se ensució los guantes. El fútbol es concreción y son demasiadas las ocasiones en las que el fútbol de única dirección de la Real, construido en base a una elaboración en la que muchas veces cuesta romper líneas, no sorprende. A los blanquiazules ayer incluso se les vio recurrir algo más al juego directo pero, como casi siempre, el adversario les superó en agresividad. El Levante tenía un plan y lo ejecutó a la perfección, sacando un rendimiento máximo a sus virtudes. La Real no sólo no puso las suyas sobre la mesa sino que sus mejores individualidades (Illarra, Willian o Juanmi) estuvieron mal y, como otras veces, cuando hubo que bajar al barro, a competir el partido desde la disputa y la personalidad, al equipo le faltaron argumentos