Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Jugando sin red

La Real cae en un partido sin control que penalizó sus defectos y redujo sus virtudes

- Xabier Isasa Donostia

A nadie pudo sorprender el libreto de ambos entrenador­es y esto, en el caso de la Real, más que una virtud empieza a ser un problema. Las apuestas de cómo planearía ‘cazar’ Marcelino al conjunto txuri urdin apuntaban al repliegue y las transicion­es como cuaderno de bitácora del Valencia y, lejos de encontrar un antídoto para ello, la Real se vio inmersa en un partido en el que jugó sin red. En un encuentro sin control que penalizó sus defectos exponencia­lmente y redujo sus virtudes a la mínima expresión.

A fuerza de ser un equipo de autor, de ser un equipo que únicamente persigue el protagonis­mo por una vía, a riesgo de que le acusen de traición, la Real va camino de olvidar que el fútbol incluye otra amplia gama de recursos que conviene dominar para ser competitiv­os. Uno de ellos es el balón parado, arte que los txuri urdin tienen bajo control, no en vano 6 de sus 13 goles han llegado en jugadas de estrategia, lo que pone bastante en solfa la eficacia de su tan manido juego combinativ­o. Pero a partir de ahí existen otras cuestiones como la agresivida­d, los repliegues, los duelos, el juego directo o la dureza que empiezan a quedar en el baúl de los recuerdos.

En un partido en el que el Valencia incluyó un centro del campo

con importante­s dosis de músculo y talento, con jugadores como Kondogbia, Parejo o Soler, la Real replicó con su tripleta habitual, lejos de su frescura de hace unas semanas. Con Zurutuza ausente y Prieto justo, ahí empezaron los problemas para una Real en desventaja en la zona capital, expuesta a más pérdidas que de costumbre, justo lo que buscaba el Valencia.

Guedes y Rodrigo, más los laterales Gayá y Vidal, fueron puñales a la espalda de una estructura de la Real totalmente abierta, expuesta a que cada pérdida en la medular, lo que en todo momento buscó provocar Marcelino, fuera una sangría.

La Real empieza a ser un equipo que sólo opta al éxito si su manejo, su acierto, su precisión con el balón es alta, algo cada vez más improbable según vaya afectando el cansancio en las mentes de los jugadores y, sobre todo, los rivales, mucho más frescos, lo detecten. Aunque es verdad que el equipo tuvo el coraje para levantarse dos veces de la lona, no lo es menos que cada vez que el Valencia salía a la carrera en Anoeta, la gente en la grada se echaba a temblar.

En ningún momento pudo imponer su tempo la Real. Excesivame­nte preocupada como está en llegar a través de elaboració­n, se ve envuelta en partidos de ida y vuelta como el de ayer, como el del jueves contra el Levante, que son los que los adversario­s han diagnostic­ado más daño hacen a los txuri urdin. Porque no los dominan. Sólo 11 faltas hicieron en todo el partido, y dos de ellas le costaron la injusta roja a Zubeldia. Nunca lograron juntarse bien, nunca supieron parar el partido, volvieron a jugar sin red que era justo lo que el Valencia quería

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FOTO: UNCITI Álvaro Odriozola es derribado por Santi Mina en una acción que le costaría la tarjeta amarilla al delantero del Valencia. El lateral donostiarr­a volvió a derrochar generosida­d física pero no pudo hacer el daño que acostumbra
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F: UNCITI Jaime Latre muestra la roja a Zubeldia que no la comparte. La primera amarilla no fue

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