Aviso a navegantes
Olaizola II recuerda que sigue siendo el rey de la jaula en su estreno ante el campeón
En su estreno en el torneo, Aimar Olaizola quiso lanzar un aviso a navegantes: recordó que los años no pasan por él y que, pese a que no gana el Cuatro y Medio desde 2013, sigue siendo el rey de la jaula, el auténtico maestro del acotado, el que mejor se desenvuelve en las distancias cortas.
El grupo A le deparaba un complejo debut ante el campeón, un Oinatz Bengoetxea que inicia el torneo vestido de rojo como consecuencia del mejor año de su carrera, en el que acumula las txapelas del Cuatro y Medio y del Manomanista. Pero el de Goizueta dio toda una lección sobre la cancha y en un encuentro de tacadas y con alternativas para los dos, terminó imponiéndose tras dejar su sello en una buena cantidad de tantos.
Comenzó Aimar mucho más metido que su rival. Acertando con el saque remate, logró que Oinatz comenzara a contrapié. Disfrutaba el de Goizueta y sufría el de Leitza, que acumuló la mayor parte de sus errores en la primera mitad del partido que llevó al goizuetarra hasta un 3-11 en el marcador.
Pero un gancho lo cambiaría todo. El que le sirvió a Bengoetxea VI para frenar la sangría y hacer el 4-11. Con el saque se metió en el partido. Optó por sacar largo y ahí hizo daño a Olaizola, que vio con resignación cómo Oinatz devoraba la ventaja que había acumulado. El 11-11 obligaba a ambos a empezar de nuevo.
Este abrazo dio paso al tramo más intenso del partido, aunque quizá no al más excelso y no tardaría el leitzarra en colocarse por primera vez por delante en el marcador del Labrit: 15-14. Estaba jugando bien Bengoetxea y como consecuencia de ello se fue hasta el 18-16. Con un pelotari a punto de soplar las 38 velas enfrente parecía que lo más difícil estaba hecho, debería sufrir al final de un partido duro, dictaba la lógica.
Pero la resistencia física de Aimar Olaizola es encomiable y desafió a la cifra que adorna la fecha de nacimiento en su DNI con un tramo final de partido pleno de energía y en el que aprovechó un regalo de Oinatz, que mandó abajo un gancho fácil, para empezar una tacada de seis tantos que le llevaría a la gloria.
Al final del partido, el de Goizueta estaba feliz porque “me he encontrado bien, se ha jugado rápido y estoy muy satisfecho porque he hecho un buen trabajo en defensa”