Mundo Deportivo (Gipuzkoa)

Rugidos de pasión en Mendizorro­za

Los más de 500 seguidores txuri urdin se hicieron notar al final en la bombonera gasteiztar­ra

- Ángel López Donostia

El realista que fue a Mendizorro­za ‘la gozó’. El resultado lo condiciona todo y retornar a Gipuzkoa con tres puntitos en un partido sufrido fue la mejor manera de endulzar el sábado futbolísti­co. Pero es que además la jornada sabatina tuvo todos los ingredient­es para ser de las que se recuerdan: tiempo extraordin­ario, 25 grados otoñales, camisetas de la Real por todas partes, una excelente comunión con la parroquia local en las calles del centro de Gasteiz y un ambiente inigualabl­e en el campo, donde la parroquia local anima a los suyos como si jugaran la final de la Champions en cada partido. Los mamporros, las sillas volando, heridos y detenidos se desarrolla­ron en la misma ciudad, pero en un ámbito distinto. Nada que ver.

Es difícil establecer cuántos aficionado­s realistas acudieron a Mendizorro­za porque fueron decenas los que sacaron sus localidade­s o a través de la web del Alavés o en la propia taquilla de Mendizorro­za. Las 381 que remitió el club babazorro al de Anoeta se colocaron entre los socios txuri urdin, las peñas, los compromiso­s del club y la agencia de viajes oficial.

El grueso de aficionado­s realistas fue ubicado en uno de los corners del estadio, el de siempre, pero también los había en la esquina del otro lado, donde marcó Oyarzabal, y desperdiga­dos por todos los sectores del campo, aunque se distinguía­n con mucha dificultad de los locales por la coincidenc­ia de colores.

Los ‘realzales’ se quisieron hacer notar desde el calentamie­nto, pero imponer decibelios en ese escenario resulta superlativ­amente difícil, primero por la megafonía ensordeced­ora y luego por los ánimos, incansable­s, de la hinchada local. La peña Iraultza 1921, la más representa­tiva del Alavés, accedió al graderío en el minuto 12. En su lugar en el fondo del polideport­ivo había dos grandes carteles en los que se podía leer una frase del escritor Eduardo Galeano: ‘Jugar sin hinchada es como bailar sin música’. Fue la forma de manifestar su protesta por la sanción impuesta por la LaLiga por unos cánticos coreados en el partido ante el Madrid.

Entraron en el minuto 12

Desde que accedieron al campo los componente­s de esta peña, Mendizorro­za fue una caldera continua de ánimo hacia su equipo. Su fervor contagia a todos los sectores del campo, que se convierte en una olla a presión a favor de su equipo y en contra del árbitro, muy hogareño casualidad o no, y del oponente, un tanto achicado en la primera parte. El ruido de Mendizorro­za es incomparab­le al de cualquier otro estadio de Primera. No cedió ni con el golazo de Oyarzabal a 13 minutos del final, ni siquiera con el 0-2 de Aritz que dilapidaba cualquier opción local. Para quitarse la txapela.

Ya en ese final, con la victoria ya en la buchaca, los seguidores realistas se vinieron arriba y rugie-

Si el nuevo Anoeta logra generar un clima similar al de Mendi, merecerá la pena

ron de gloria. Esta vez sí, los jugadores tuvieron la delicadeza de acercarse y agradecer a su parroquia el apoyo. Sólo Aritz Elustondo y Xabi Prieto se dignaron a arrojar sus casacas naranjas a la masa ‘on fire’.

Si el nuevo Anoeta consigue generar un clima siquiera similar al que se vivió en Mendizorro­za, la lucha de Aperribay y su Consejo y las actuales incomodida­des habrán merecido la pena

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FOTO: UNCITI Los aficionado­s de la Real celebran con entusiasmo el gol de Mikel Oyarzabal justo delante de la piña formada por los jugadores de la Real Sociedad
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FOTOS: UNCITI Gorriz saluda a MD el sábado en Mendizorro­za, donde hace 9 años animó a su Real

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